Marcos Silva Martínez
Con la elección de mañana, Colombia se juegan el futuro. El modelo de gobierno que ofrece Duque, garantiza profundizar el modelo capitalista. Garantiza concentrar la propiedad de la tierra y la riqueza en pocas manos y agudizar la pobreza, el desempleo y subempleo.
Todos los gobiernos, desde 1810, en general, han defendido la concentración de la propiedad de la tierra y la riqueza, en pocas manos. Por eso Colombia es la más inequitativa en el continente americano y la tercera en el mundo.
Los gobiernos, desde el Frente Nacional, profundizaron el capitalismo. Y lo agudizaron con la firma del Consenso de Washinton (1989). Obedecieron la orden de privatizar el patrimonio público y garantizar el imperio del capital.
El Consenso de Washington, obligó reestructurar y aprobar leyes para adecuarlas a los compromisos adquiridos, privatizar el patrimonio y empresas del estado y garantizar la libre inversión extranjera, en todo el universo económico nacional. Y ese es el modelo de Duque y continuación del de Uribe.
En los gobiernos de Uribe, lo público se convirtió en botín de oportunistas explotadores de lo público. Uribe artífice de la privatización, a precio de remate, de Bancafé, Telecom, Ecogas, Granahorrar, Banco Central Hipotecario, Centrales Eléctricas de Norte de Santander, y Electrificadoras de Cundinamarca y Santander. Ese botín fue entregado por $13 billones.
Vendió 10% de acciones de Ecopetrol, remató hospitales estatales; Rafael Uribe Uribe, Policarpa Salavarrieta, Luis Carlos Galán Sarmiento, José Prudencio Padilla y La Caja Nacional de Previsión, entre otros.
Liquidó Electrificadoras; de Cordoba La Guajira, Atlántico, Cesar, Magdalena y Chocó, las mismas que entregó a Electrocaribe y luego, el gobierno nada hazo por el pésimo servicio que prestaba.
Hizo modificación de estructura administrativa en 93 organismos estatales: Corpoica, Hotel Tequendama, Findeter, Fondo Rotatorio de la armada, Fuerza Aérea y del ejército, entre otros.
Entre reestructuración, venta, liquidación, fueron cerca de 500 empresas estatales, además del desastre de Reficar, con la venta del 51% a la suiza Glencore Internacional, todo a favor del privado. Remataron el Instituto de Seguros Sociales, a favor de terceros privados y con el fin de consolidar el criminal negocio de la salud.
Desde 1994, comenzó la privatización de las principales carreteras nacionales, vía concesiones. Hoy los usuarios pagan peajes a particulares. Solo cinco personas son dueñas de las principales vías.
¿Cuál era el valor real de lo feriado y la rentabilidad que el estado perdió?
Las utilidades de todo lo privatizado van a bolsillos de particulares. Al presupuesto nacional, solo llegan impuestos e IVA, liquidados al gusto de los dueños del poder económico. Son causas concretas de la encrucijada fiscal nacional y pobreza nacional.
La apertura de los 90, se destruyó la agricultura nacional y catapultó la importación de alimentos. En 2017, la importación de alimentos superó los U$8.000 millones, dólares y más de 16 millones de toneladas.
Todos los alimentos importados, pueden producir en Colombia y generar más de tres millones de empleos permanentes. El TLC, negociado por Santos, amenaza todo el sector agropecuario y obliga pago de insumos a precios superiores a los de la región. Todo ese festín entreguista, de privatizaciones y sustitución de productos nacionales, generó la encrucijada socio-económico-fiscal, desempleo y subempleo que amenaza el desarrollo presente y futuro.
Quien vote por Duque prefiere continuar en el desastre socioeconómico en que está sumida Colombia. Es lo que garantiza Duque. El lobo con piel de oveja. Para La Nación 16-06-2018.