La Nación
El tiempo de las mujeres es infinito 1 19 abril, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

El tiempo de las mujeres es infinito

Cecilia López Montaño

Parece mentira, pero la verdad es que cada día es más evidente que nuestra sociedad no logra salirse de los valores que reproducen el obsoleto principio que plantea que el hombre es el proveedor y la mujer la cuidadora. Y esto sucede a pesar de los grandes esfuerzos que se hacen para demostrar que la realidad hoy es otra aquí y en Cafarnaúm. Lo más triste es que aún quienes proclaman ser defensores de la equidad de género que empieza por reconocer que las mujeres son cada vez más proveedoras sin que nadie realmente se ocupe del cuidado, toman decisiones públicas que refuerzan los roles tradicionales con los cuales quieren acabar.

La verdad es que predomina entre los gobiernos, las familias, los hombres y los hijos de las mujeres la siguiente premisa: el tiempo de ellas es infinito, como ya lo vienen planteando desde hace tiempo muchas mujeres analistas del tema de género y equidad. Todos las recargan de todo tipo de requerimientos sin pensar que su tiempo tiene un límite. El Estado se inventa los famosos programas de empoderamiento, le agregan horas de entrenamiento; además les imponen tareas que refuerzan precisamente la idea que debe replantearse —los hijos son solo de las madres—. Las familias les recargan a las mujeres todo lo que los demás no quieren hacer; los hombres se niegan a asumir tareas que tienen que ver con las labores del hogar, para no mencionar a los hijos que siempre esperan que sea la mamá y no el papá el que responda por todas sus necesidades reales o inexistentes.

Este exceso de demanda que sufren las mujeres obedece al histórico desprecio que el mundo ha tenido por ese trabajo que realizan las mujeres en todo el Planeta, sin reconocimiento y sin remuneración. Esa carga que ya se ha medido y que equivale a muchas horas diarias no existe para el Estado, para la familia, para los hombres y los hijos, todos ellos parten de la idea de que el tiempo de las mujeres es elástico y crece sin límite. Esas horas dedicadas al cuidado de la familia por parte de la mujer no se valoran porque este tipo de actividades por siglos se ha considerado que no existen por ser labor exclusiva de la mujer.

Pero resulta que en la vida de hoy muchas mujeres, la mitad de las que podrían hacerlo, están en el mercado de trabajo y además en los sectores más precarios, por fuera de la ley laboral, trabajando más de 8 horas diarias y con salarios mínimos. Nadie se hace cargo de sus labores del hogar de manera que empiezan sus actividades no remuneradas a las 4 o 5 de la mañana y a las 8 las remuneradas que terminan muchas veces a las 6 de la tarde, y de nuevo se le agregan otras 3 o cuatro en tareas de apoyo a la vida familiar. Resultado, jornadas entre 14 y 19 horas, como lo demuestran investigaciones sobre el tema. A las mencionadas se les agregan las horas que les dedican a los programas de empoderamiento que realiza el Estado y el sector privado. Por ello, hoy en día esta idea de que el tiempo de la mujer no tiene límite es ahora una premisa mucho más injusta que termina causando un costo que a pocos importa; la pobreza de tiempo de las mujeres.

Si de verdad se quiere avanzar en la igualdad entre hombres y mujeres, todo empieza por reconocer que el cuidado, especialmente aquel que pueden realizar terceros y que se denomina economía del cuidado, debe salir de la oscuridad en que ha vivido por siglos. Reconocerlo, medirlo y distribuirlo es la tarea más importante que tiene que realizar el mundo, para realmente avanzar en reducir esa inmensa brecha entre la realidad que enfrenta la mujer, y esa tan distinta que viven los hombres. Será la manera de empezar a reconocer que el tiempo de la mujer no es infinito, tiene límites.