La Nación
El comentario de Elías Nuestra pre-modernidad 1 28 marzo, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

El comentario de Elías Nuestra pre-modernidad

Jorge Guebely

Por cuenta de nuestra pre-modernidad, la política en mi país no está en su sitio, ni siquiera está en su sitio el país entero. Todo se desenvuelve al revés. Semeja un monstruoso animal que se desliza patas arribas hacía al abismo. Serpiente gigante que se enrosca cuando se estira y se estira cuando se enrosca. Todo se descompone con la mentira de componerse. Y mientras tanto, los ciudadanos, como los gusanos, nos hemos acostumbrado a convivir con la mortecina, hemos normalizado la decadencia.

Compartimos, entre carnavales y reinados, un espectáculo dantesco: asesinatos diarios de líderes sociales, homicidios cotidianos de reinsertados, masacres cometidas por los diferentes ejércitos… Ya no nos asombran las múltiples guerras, se convirtieron en paisaje social, en fundamento político, en estrategia para llegar al palacio presidencial. Ni siquiera nos inmuta los vergonzosos e inanes argumentos de los burócratas del Estado para justificar la podredumbre. Nos deslumbran esos seres menores que brillan sólo por su prepotencia de superiores.

La fermentación se ha convertido en moral de todos los días y lo insólito, en norma. Insólito, el general Eduardo Zapateiro que lamenta la muerte de Popeye, uno de los peores criminales en la historia colombiana. Insólito, Aída Merlano, mujer conservadora de estrato bajo, con miles de millones de pesos para comprar votos en periodos electorales. Insólito, su condena a 15 años de prisión sin que nada suceda a los verdaderos delincuentes del ilícito electoral: los clanes Char y Gerlein de Barranquilla. Insólito, la alharaca de la hipócrita elite política y económica del país por el mercado libre y sucio de votos si es práctica corriente en la podrida democracia colombiana. Insólito, el señalamiento de “prófuga” que le hacen los medios de comunicación a Aída Merlano, que sí los es, cuando se regodeaban con títulos de doctor al también prófugo y delincuente Andrés Felipe Arias. Insólito, el aullido contra el aborto de quienes promueven la guerra donde reclutan, asesinan y bombardean niños. Por cuenta de nuestra pre-modernidad, padecemos un pavoroso enjambre de decadentes e insólitos acontecimientos que ya no logran conmovernos. Nos vacunaron contra le decencia, sólo el delincuente de estrato alto nos parece honorable y patriótico.

Nos hemos resignado a la descomposición como se resigna a un cáncer con metástasis hasta en la conciencia, como si fuésemos un cadáver al aire libre. Sólo no anima el grito de “Sálvese el que pueda”. Sin embargo, me gustaría soñar que estamos en la cresta de la desintegración porque estamos gestando otro país menos elitista, más ciudadano, más humano

jguebelyo@gmail.com