La Nación
El aborto y las vasijas vacías de Aristóteles 1 16 abril, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

El aborto y las vasijas vacías de Aristóteles

Dayana Méndez Aristizábal

 

“Parecen hombres, son casi hombres, pero son tan inferiores que ni siquiera son capaces de reproducir a la especie, quienes engendran los hijos son los varones”, (…). “son meras vasijas vacías del recipiente del semen creador”. Esto sostenía el filósofo Aristóteles sobre las mujeres, para quien sólo eran vasijas que recibían la vida, la creación allí era exclusiva del hombre con su semen que sí era un ser superior.

Cuando veo todo lo que sigue pasando en Colombia alrededor del aborto, vuelvo a preguntarme si ya superamos esa idea. ¿Ya dejamos de ser unas vasijas vacías para la sociedad que cree que debemos parir a costa de lo que sea?

El derecho al aborto es un derecho fundamental en Colombia, uno del que muy poco se habla y sobre el cual muy poca información se da, por ello las mujeres siguen pensando que es delito y desconocen que se puede ejercer bajo tres causales: Cuando la mujer ha sido violada, cuando hay malformación incompatible con la vida extrauterina y cuando hay riesgo para la salud -física y mental- y vida de la madre.

Ninguna mujer desea pasar por un aborto en un avanzado estado de gestación, detrás de eso generalmente hay una falta de acceso a la información, un temor al reproche social, al señalamiento familiar, una serie de barreras médicas, administrativas y judiciales. Por eso el foco debe estar ahí, en exigir al Estado que se garantice el acceso al derecho a la salud de las mujeres y la efectividad de sus derechos sexuales y reproductivos; no en juzgarlas, señalarlas y exponerlas públicamente arriesgando su salud mental y su seguridad, como hizo la expareja de la joven cuya decisión ha generado toda esta controversia en Colombia.

Muchas mujeres mueren por no poder acceder a un aborto en condiciones seguras, pero está tan naturalizado que las mujeres tenemos que parir, que la gente es capaz de obligar a una mujer a que se someta a un parto sin detenerse a pensar en la salud física y emocional de esa mujer, en todo lo que ha tenido que pasar para tomar esa decisión; pueden empatizar más con una potencial vida que con una persona que ya tiene una historia de vida, una familia, amigas/os, un proyecto de vida.

Debemos entender de una vez por todas que las mujeres somos mucho más que úteros, que es violento ir por la vida diciéndoles a las mujeres qué tienen qué hacer y en especial a esas que han tenido que soportar todas las barreras posibles para acceder a un aborto, para que al final, cuando el tiempo ha pasado y todo se hace más complejo y sin que sea su culpa; la gente venga a exigirle que se someta a un parto, el mismo que nunca quiso tener; eso, además de ser una vulneración de sus derechos reproductivos, es auténtica tortura -reconocida por instrumentos internacionales-. Es una absoluta deshumanización de las mujeres, la reafirmación de que seguimos siendo esas vasijas vacías de las que hablaba Aristóteles, recipientes que son del dominio público, porque todo el mundo se cree con el derecho de juzgar, señalar y llevarse por delante los derechos, incluso ya reconocidos jurídicamente, como si la lucha no hubiera sido fácil para reconocerlos, ahora tenemos que seguir luchando para poder ejercerlos.