La Nación
Cómo luchar contra la estupidez 1 29 marzo, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Cómo luchar contra la estupidez

Obert Alejandro Ortiz

Al escuchar recientemente al personero de Neiva en un medio de comunicación radial, después de haber asistido a un consejo de seguridad y en el que reclamó si era cierto o no que el alcalde había pedido la cabeza del comandante de la policía; hizo que recordara lo planteado en un reciente texto titulado: “Breve tratado sobre la estupidez humana ( Castillo Moreno, R. 2018) en el que trae a colación el principio de Halon y manifiesta que hace más daño la estupidez que la maldad porque es más fácil luchar contra la segunda (porque actúa con una cierta lógica) que contra la primera (que carece de ella). Explica que si pudiéramos suprimir la maldad, el mundo sería un poco mejor. Pero si pudiéramos suprimir la estupidez, el mundo sería muchísimo mejor. El principio de Halon advierte que no debemos atribuir a la maldad lo que proviene y puede ser explicado por la estupidez. Una estupidez que ha acompañado al ser humano en todo su devenir pero que hoy parece haber sentado sus bases con mayor preeminencia, impulsada por fenómenos como el de la posverdad y el miedo a ser tildado de políticamente incorrecto con los problemas que esto podría ocasionarnos. Por eso, aunque lo políticamente correcto nos parezca muchas veces estúpido, absurdo -aunque, claro, generalmente un absurdo interesado-, optamos por el silencio (prólogo). Afirma, que las personas inteligentes pueden defender sin dejar por ello de serlo y tienen en cuenta los siglos de reflexión, avances científicos y el pensamiento actual no puede prescindir de esta larga tradición. Y recalca que los tontos no la tienen en cuenta y suelen optar por dos salidas: o apuntan a la última moda filosófica o se aferran a sus posiciones de siempre sin admitir ninguna rectificación. Es contrario de aquello que hacen los sabios. Pues estos dudan, nunca están satisfechos con lo que ya saben, y el apego a la razón les dice que siempre deben seguir aprendiendo. Y en contraposición explica la clasificación de los tontos, idiotas y necios que nos rodean. Todos tenemos algo de tontos, idiotas y necios. Los hay a medias, a ratos, medio-medio, para una cosa y no para otra. Pero está el de solemnidad, de tiempo completo, el que no abre la boca sino es para soltar una necedad, el que no hay por dónde cogerlo. Mientras que los inteligentes tienen ideas, cambian de ideas, argumentan porqué cambian de ideas. Los otros, resuelven su carencia con la falta de ideas propias. La estupidez se desarrolla alimentándose de su propia sustancia, y por eso ante ella nunca se ha de callar. Nadie está libre de decir estupideces, lo malo es decirlas con énfasis. Y así cunden más hasta el punto de que no hay necedad que no consiga hacerse un lugar, ni despropósito que no encuentre su asiento, ni estupidez que no obtenga partidarios. La estupidez es amnésica, y propicia lo intelectualmente fácil, lo personalmente cómodo, lo socialmente inútil. Este autor nos da unas recetas sensatas y sabias para disminuir los males que causa la estupidez humana. ¿Tendremos la disposición?. Es urgente.