Rodrigo Villalba Mosquera
El Colombiano tiene muchas fortalezas, pero al lado de ese potencial recursivo, le gusta aprovechar la oportunidad para otros propósitos, que nos hace “aventajados” de lo no importante; la viveza no puede estar por ahí ni mucho menos en las circunstancias actuales. Al lado de esta emergencia sanitaria que padecemos, observamos un alto grado de solidaridad colectiva, pero también muchos aprovechándose de la crisis: algunos funcionarios para hacer falso protagonismo; políticos aprovechando para hacer “méritos” con el gobernante, comentando a diestra y siniestra con loas las medidas oficiales; como parte de la oposición criticando todo.
Dirigentes de todas las especies haciendo propuestas populistas sin ninguna responsabilidad fiscal; Como que nadie pague nada, lo que debe ser exclusivamente para los estratos populares. Autoridades locales aprovechando la emergencia para solicitar recursos para cosas distintas de las prioritarias. Población objetivo de la ayuda oficial tratando de acceder a varios programas humanitarios, sin importarle dejar a otros pobres “viendo un chispero”. Fundaciones ofreciendo servicios sin tener capacidad para ello, simplemente para acceder a recursos públicos o donaciones privadas. Algunos empresarios, fabricantes, comerciantes o productores aprovechando el afán de abastecimiento para especular con el precio del producto. Hasta algunas iglesias aprovechando el temor a la pandemia para instar a sus feligreses a que no dejen de diezmar.
Acordémonos que aquí la situación es más “peluda” con respecto a países donde se ha dado más crítica la epidemia: China, Italia, Estados Unidos, Alemania y Reino Unido, países ricos que salen adelante mañana o pasado mañana. Nosotros pertenecemos a otro estatus de países con recursos limitados y aquí cabe la preocupación del rico de ricos Bill Gates, hoy filántropo número 1 del mundo, cuando afirma: “el coronavirus ya está presente en África Subsahariana, América Latina e India, tres lugares donde hay problemas graves de escaso acceso a agua y saneamiento, concentraciones de población en viviendas informales y grandes desigualdades”.
Ojo alcaldes con los mercados y ayudas humanitarias, y discriminen por asuntos de la campaña anterior. Es para los que la necesitan sin distingos de ninguna especie, y dar el crédito a los donantes, particulares, al gobierno departamental o nacional si los apoyos vienen de allí.
No es hora de que “al lado del enfermo coma el alentado”. Es la hora de los liderazgos de verdad. Es la hora de la transparencia. Es la hora de honrar ese amor patrio haciendo las cosas bien para enfrentar ese terrible mal de la pandemia del coronavirus. Es la hora de la unidad y la solidaridad como dijo el Papa Francisco el viernes anterior en la bendición Urbi et Orbi, en la plaza de San Pedro en el Vaticano, “nadie se salva solo”.