La Nación
Una pregunta educativa: ¿Educar para qué? 1 28 marzo, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Una pregunta educativa: ¿Educar para qué?

 Alexander Molina Guzmán

 

El Coronavirus nos puso contra el espejo y es algo positivo que se pueden rescatar, pues toda crisis genera una oportunidad de cambiar rumbos. El confinamiento obligado nos fuerza a repensar el cómo vivimos y para qué vivimos, por ejemplo y la casa es el primer escenario de reflexión, ya que la familia, como base de la sociedad y del Estado, es el primer grupo social en el cual el individuo debe irle encontrado el sentido a su vivir.

Ahora que los padres estamos viviendo de primera mano qué es educar y para qué hacerlo, al asumir directamente el papel de “profesores” y sin estar preparados para eso, nos estamos dando más cuenta que la educación está limitada todavía a contenidos repetidos, mecánicos y memorísticos, impuestos por el Ministerio de Educación con “estándares internacionales”, que al final son evaluados numéricamente y “competir en pruebas saber”. Lo cualitativo es un secundario, es un adorno. Entonces, vienen las reflexiones: De qué le sirve a la sociedad que un estudiante saque las mejores notas, cuantitativamente hablando, si cualitativamente hablando es discriminatorio, no respeta derechos de los demás; no piensa para el bien común, no aprende ni enseña a convivir, sino que destruye la convivencia; no se sabe comunicar y anula la comunicación entre los demás. De qué le sirve a la sociedad que alguien sea el mejor estudiante, cuantitativamente hablando, si cualitativamente hablando será el próximo integrante de la cultura mafiosa de este país. Por supuesto, el problema no es sólo del sistema educativo, también es de la familia y de la sociedad. Pero el sistema educativo debe ser el escenario que ayude a formar mejores ciudadanos.

Cuando se reciben las tareas que tienen que hacer los hijos en casa se encuentra uno con esa tragedia de soportar una educación que es puro contenido repetitivo y memorístico, encierran al niño en una burbuja que no toca la realidad; de hecho, niega la realidad: ¿De qué le sirve a un niño de primaria saber los colores de una bandera? Eso lo puede aprender en Google. Pero no sería mejor enseñarle al niño que enfrente la realidad desde su casa, y con la escases de comida por ahí aprenda qué es suma y resta; que si solo hay una aguapanela hervida para tomar, pues aprenderá también qué es la temperatura; en otras palabras, los niños pueden educarse mejor, ser más pensantes, más dispuestos a resolver conflictos, si sus competencias las desarrollan alrededor de la situación social y económica que viven. Ahí sí se podría ir encontrándole sentido a la pregunta de ¿educar para qué?