La Nación
… Y la Educación, ¿para qué? 1 28 marzo, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

… Y la Educación, ¿para qué?

 

Juan David Huertas Ramos

Los temas capitales siempre serán oportunos, sin embargo, en momentos de cambio es imperante tratarles. La pregunta que titula esta columna es un asunto de orden económico, ya que cuestiona la finalidad de la Educación y no su justificación. La respuesta al por qué la educación es un asunto vital para la república, la ofrece Rousseau en el Emilio, al resaltar que antiguamente ésta significaba alimento para el ser humano.

Ahora bien, “el para qué la Educación” cuestiona, nada más y nada menos, que su importancia económica. A primera vista, la Educación contribuye económicamente cualificando la población, generando empleo, aumentando los niveles de productividad, desarrollando investigación e innovación,  promoviendo el mejoramiento de la calidad de vida y, a largo plazo, incrementando los niveles de consumo per cápita que pretenden mayor bienestar.

Pensar en el propósito de la Educación, implica considerarle como política de Estado y no como meros retazos de políticas de gobierno que intentan forjar una política de largo plazo. En ese sentido, la Educación puede aportar al desarrollo económico siempre que esté alineada con el objetivo nacional. Tomando sentido una vez más, el “acuerdo sobre lo fundamental” al que tantas veces Álvaro Gómez Hurtado invitó al país. Así las cosas, la cuestión central del mencionado acuerdo habría de ser ¿Qué país queremos ser?

Naturalmente, el medio para lograr dicho objetivo es la Educación, y la única (y legítima) respuesta a tan importante pregunta debe ser fruto del verdadero consenso nacional. No podemos perder de vista que la Educación transforma realidades, potencia al individuo sin resquebrajar la sociedad, incentiva la creatividad, fortalece la justicia, cimienta valores, dignifica al individuo, protege a los pueblos de la barbarie, siembra optimismo, funda el civismo, promueve el respeto y fomenta el criterio. No en vano Rousseau creía que “a las plantas las endereza el cultivo, y a los hombres la educación”.

Pero si lo anterior no cuenta en materia económica para la ortodoxia, debemos agregar que la Educación disminuye la diferencia de dotaciones iniciales con que nacen los individuos y, en ese sentido, propende por la  equidad.

Es necesario aclarar que no debe tolerarse que la Educación sea un molde que pretenda “ajustar prototipos”. La Educación que impone el igualitarismo es dictatorial, inhumana y sin sentido. En cambio, la Educación que alienta la diferencia contribuye a la civilización, protegiendo la dignidad humana. Pues tal como lo sentenció Nicolás Gómez Dávila, “la educación no logrará nunca alcanzar lo más alto, pero quizá logre impedir lo más bajo”.

En consecuencia, la Educación debe cumplir la importante función social de equipar al individuo con suficientes habilidades para enfrentar la vida, sin que esta le atropelle en el intento por satisfacer sus necesidades y desarrollarse como persona. Esto implica que la Educación Económica y Financiera debería ser considerada un elemento basal de la política pública sectorial ya que nadie se escapa de tomar decisiones económicas diariamente ni de sus efectos, muchas veces inadvertidos.