La Nación
La eterna muerte de Umberto Eco 1 29 marzo, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

La eterna muerte de Umberto Eco

Luis Fernando Pacheco G.

 

En febrero de 2016, cuando el invierno empezaba a ceder en Milán (Italia) falleció Umberto Eco, uno de los académicos e intelectuales que más brilló en occidente en el esplendor de la posguerra. Eco fue uno de esos sabios que se hizo entender por el vulgo y amar por los sencillos, además de convertirse una voz autorizada en el tránsito del mundo cerrado de la guerra fría a la estruendosa globalización de los noventas.

¿Y qué hacemos hablando de Eco más de cuatro años después de su muerte? Quizá soy una víctima más de lo que algunos denominan un “efecto  Lázaro” en las redes sociales: noticias que aparecen periódicamente y que la gente comparte como recientes, sin recato alguno, pese a que ha ocurrido años antes; a veces añaden algún emoticón, o alguna frase de funeral sacada del cajón de los lugares comunes.

¿No les parece como a mí que Eco muere cada cierto tiempo? Que volvemos a ver en los muros de muchos contactos, la noticia lamentable de la muerte del académico y que sentimos que es un eterno dejavú, un bucle del tiempo, una falla de la mátrix o una página del guión de Dark que no superamos.

En realidad, el intelectual italiano que aseveró que las redes sociales dieron voz a una legión de idiotas (Turín, 2015) no murió, sino que se entregó a la eternidad como un símbolo de nuestra nueva torpeza de no corroborar noticias y utilizar el botón “compartir” con la misma facilidad con que se reciben tragos en una fiesta popular.

Una de las enseñanzas que más recuerdo de mi difunta abuela era la consigna de mirar las fechas de vencimiento en los productos del supermercado. Ahora debemos ampliarla para abarcar otros “productos”: ser parte de una red social nos impone el deber de contrarrestar lo que leemos, de verificar la fuente, de indagar por la fecha, de ver si medios masivos tienen la misma información o corremos el riesgo de enloquecer a nuestros contactos con información obsoleta (como la de Eco), de otros países (como la disposición de la Secretaría de Economía de México de recomendar eliminar bigotes y barbas de las industrias), o simplemente falsa (demasiados ejemplos). En épocas de pandemia, donde se hace necesario salvaguardar la salud mental de quienes apreciamos, este deber adquiere una importancia aún mayor.

Por las dudas Umberto Eco murió, sí… hace cuatro años, pero también se quedó para pedirnos a los ciudadanos globales, que tengamos algo de responsabilidad con el uso de la tecla COMPARTIR o ENVIAR.

@luisferpacheco