Carlos Eduardo Amézquita
La propuesta que hace la Secretaría de Cultura de celebrar las Fiestas de forma virtual ha concitado la polémica regional; aunque sería una admirable manera de ingresar a la vida inteligente y tecnológica del S. XXI.
A mí, por ejemplo, me gusta la idea del “Festival Virtual”. Hay formas tecnológicas de hacerlo. Los neivanos podríamos ir a las calles, pero sin salir de nuestros ranchos, y caminar, danzar, bailar, saltar; hacer todo cuanto se nos venga en “ga…”, por las Redes Sociales. Apasionante manera de interactuar con otras realidades futuristas contemporáneas.
Utilizar, por ejemplo, multitud de imágenes, videos, íconos, fotos animadas, hacerlo en voz baja, en voz alta, sin voz, con sonido, sin sonido; con retreta o sin retreta; podemos cambiar de ropas o de disfraz, a velocidades inimaginables: despiertos, dormidos, “chupando guaro”, saboreando lechona (mínimo); disfrutando “sanjuanero ventiao” (máximo).
Incluso se reducirían el número de muertos y heridos, de pleitos y escaramuzas callejeras; las cabalgatas se suspenderían: jinetes y caballos reposarían en casa con sus familias, degustando el pasto fresco y la Mistela de la Vecina… ugh!! Requetebién!
El pueblo opita lleva más de 300 años viviendo y gozándose sus fiestas y jamás renunciaría a ellas, creo yo. Desde la colonia, las Fiestas de San Juan y San Pedro han definido nuestra más orgullosa tradición, nacida de costumbres rurales y pueblerinas.
Peineta: Las Fiestas contienen alto sentido histórico, religioso y carnavalesco. Ellas son el epítome de memorias simbólicas de la burla y la risa, del sentido de “lo cómico” y el “jolgorio” del pueblo. También lo fueron durante la Edad Media y el Renacimiento.
Pelo “pa´moño”: Es mejor acostumbrarnos a la tecnología, con paciencia y entusiasmo. El que lo entendió lo entendió… (Suso’s).