María Consuelo Plazas Serrato
Así se le percibía a George Floyd, el afroamericano de 46 años, padre de cinco hijos quien el pasado 25 de mayo falleciera a manos de agentes de la policía de Minneapolis, quienes lo inmovilizaron presuntamente por haber pagado una factura con un billete de veinte dólares falso, hecho que ha causado indignación en la comunidad estadounidense en respuesta a las dramáticas circunstancias que motivaron su deceso, lo que generó un sinnúmero de protestas que unidas en una sola voz coreaban “las vidas negras importan” en rechazo a la irracional actitud ejercida por el oficial de policía durante su arresto, quien con la rodilla sobre su cuello y a pesar de los gritos de angustia de Floyd, hizo caso omiso a sus suplicas mientras se hallaba tendido boca abajo en el asfalto.
Sobre el particular es preciso destacar el grave problema en materia de racismo y exceso de violencia que subyace en la sociedad estadounidense. Cómo no recordar el reciente caso del joven afroamericano Ahmaud Arbery de tan solo 25 años, quien fuera ultimado a tiros el pasado 23 de febrero mientras trotaba en una zona residencial del sudeste de Georgia, hecho que ocasionó conmoción después de la difusión de un video sobre los hechos.
En un informe sobre violencia contra afrodescendientes en Estados Unidos, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos pone de relieve que dicho país ha fracasado sistemáticamente en su empeño por “adoptar medidas preventivas y entrenar a la policía en forma apropiada para el desarrollo de sus deberes, lo cual resulta en un uso frecuente de la fuerza basado en prejuicios raciales y suele terminar en asesinatos injustificados de personas afrodescendientes”. En consecuencia recomienda la importancia de “adoptar las medidas necesarias para reformar la legislación nacional, tanto federal como estatal, a fin de armonizarla con el derecho internacional en materia de no discriminación”.
Es tal el impacto tras la muerte de Ahmaud Arbery que el ex presidente Barack Obama publicó un mensaje en apoyo a los manifestantes, subrayando que las protestas obedecen a un “fracaso de décadas en reformar las prácticas policiales y el sistema de justicia penal más amplio en los Estados Unidos”. Seguidamente destaca la importancia frente a la concienciación sobre el “papel corrosivo del racismo en la sociedad”.
Ojalá acciones como las descritas no se repitan pues como ilustradamente lo afirmara el renombrado activista por los derechos humanos Martin Luther King: “La humanidad no puede continuar trágicamente atada en la noche sin estrellas del racismo y de la guerra”.