La Nación
Modo austeridad 1 18 abril, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Modo austeridad

Froilán Casas Ortiz

Obispo de Neiva

La post-pandemia nos dejará, no cabe duda, una serie de lecciones; entre otras, llevar una vida austera. No es fácil en un ambiente tropical como el nuestro en donde nos identificamos con los romanos: pan y circo; traducido  al criollo: no importa que la plata se gaste, lo importante es que indio se divierta, llevar una vida austera. La cultura del Tío Sam nos metió hasta la médula ósea, el paroxismo de las compras. ¡Cuántas cosas inútiles hemos comprado! La publicidad que nos dispara por todas partes, nos ha tornado esclavos de la misma: las marcas, las modas, los nuevos ídolos de la farándula, del deporte, de la música, etc., nos cambia el chip o, microprocesador mental, fácilmente. ¡Qué hombre tan volátil, el hombre de la post-modernidad! Con el hambre que ya vivimos, con alto índice desempleo, con la liquidación de tantas empresas; pues, a apretarse los bolsillos: a comprar lo estrictamente necesario, casi es una etapa de sobrevivencia. ¡Ah, cómo se pagan tantos abusos! El síndrome de las compras, las señoras que entran a cuantos negocios de ropa, de modas, de cachivaches: ya no se verán por algún tiempo. Los chicos malcriados que solo saben pedir, tendrán que conformarse con tenis útiles y prácticos. El desperdicio en la comida, parece que va a disminuir; esperamos que el despilfarro del llamado “tiempo libre”, sea más productivo. Creo que vamos a tener una cultura de consumo más realista y más acorde con las necesidades. Las generaciones de los países que perdieron la guerra nos dan ejemplo de austeridad: Japón, Alemania e incluso Italia. Estados Unidos es un país que nos ha enseñado muchas cosas buenas, pero nos ha impuesto unos patrones de conducta absolutamente lesivos para el buen comportamiento moral. Con el complejo de inferioridad que nos caracteriza, todo lo imitamos sin criterio. Claro, quien no ha visto a Dios, de verlo se asusta, como reza la sabiduría popular. ¡Qué pena! Los patrones de conducta del coloso del Norte, tienen muchos bemoles; por favor, seamos críticos, no nos traguemos las cosas enteras; no perdamos nuestra identidad cultural para volvernos un híbrido sin identidad. ¡Cómo admiro a una familia austera y disciplinada que enseña a sus hijos el valor del trabajo y por ende el valor de las cosas! La gente con valores no hace alarde de lo que tiene o de lo que sabe. La grandeza no está en las cosas, está en la pureza y grandeza de alma. Una persona con valores brilla con luz propia y tiene una personalidad definida. Por favor, la vida no se improvisa. La cultura se mama. ¡Cuántos truhanes que se encuentran en el camino de la vida que son bagazo y nada de sustancia! Sí, claro, producto de una familia mediocre y vacía: llena de artefactos pero vacía de espíritu.