Jorge Guebely
¡Qué peligro ser niño pobre en Colombia, especialmente en el campo! El Estado plutocrático los expone a los vejámenes más criminales, los condena a las miserias del cuerpo y del alma, a una muerte lenta y dolorosa por largas hambrunas. Aniquilación por inanición, sadismo más escalofriante que un tiro en la frente. Estado que engendra el mal por proveer tanta infelicidad a muchas generaciones de niños pobres.
Los deja indefensos ante los buitres de las guerras para que los usen y abusen en sus locuras guerreristas. Tradición sanguinaria que inició Bolívar en las guerras por la independencia burocrática. Niño era Pascasio Martínez, uno de los tantos en campos de batalla. La continuaron los liberales y conservadores en sus cacofónicas guerras durante 150 años. La coronaron los conservadores descuartizando niños durante La Violencia. Vergonzosa e inmoral tradición de infanticidas.
Hoy los desampara ante los grupos armados que operan en el país.
Las guerrillas, bandas militaristas poseídas por las locuras del poder quienes los enrolan, los abusan y amplían el espectro del oprobio infantil.
Los paramilitares, ejércitos bastardos del Estado, quienes los enrolan y los abusan. También los descuartizan en sus frecuentes masacres con la mirada indiferente del Estado plutocrático. Según la ONU, son los peores depredadores de niños pobres en el país
Los narcotraficantes, delincuentes favorecidos por elites nacionales e internacionales. Los enrolan, los abusan y les asesinan familiares. Asesinatos que permanecen impunes mientras el Estado plutocrático calla sumisamente ante los países consumidores.
El ejército nacional quienes asesinan a sus familiares a través de los pavorosos falsos positivos. Violadores de menores: recientemente una niña embera en Risaralda, otra niña violada y asesinada junto con sus hermanos en Arauca, niña menor de cuatro meses abusada en Meta. Toda una hecatombe humanitaria ante la indolencia estatal
Niños víctimas del voto ciudadano. El voto que vota por políticos guerreristas, militaristas que denigran del espíritu ciudadano. Voto que no entiende los peligros de un uniforme armado: un arma despierta abruptamente el chimpancé que dormita en las entrañas de un hombre. Voto que no sospecha la fuerza bruta ancestral que embriaga a los militares de cualquier ejército.
Voto que ignoran el verdadero rostro de los criminales, de esos personajes que promueven las guerras desde la ciudad y sus hijos no van al frente. Criminales disfrazados de políticos, de estadistas, peonando los grandes capitales: industriales y financieros, nacionales e internacionales. Criminales que usufructúan las guerras, negocio lucrativo política y económicamente. Criminales por considerar el valor del dinero superior al de la vida.