Carlos Eduardo Amézquita
Me hubiese gustado escribir sobre otras calamidades urbanas e intergalácticas, incluso, mientras disfrutábamos de tanta crisis. Pero los Medios y los Titulares insisten en asuntos de mayor complejidad lingüística.
¿Pero es que estamos en Guerra? ¿o es que las guerras contemporáneas son veloces, contundentes y localizadas?
Algunos observadores insisten en las dos (2) situaciones:
La “guerra de guerrillas” es una estrategia en la que pequeños grupos de combatientes, a menudo paramilitares, civiles armados o irregulares, utilizan ofensivas móviles a pequeña escala contra un enemigo mayor y menos versátil, con el objetivo de debilitarlo o vencerlo …(wikipedia)
La Guerra Tecnológica combina: Robocots, drones, asesinatos selectivos (sin testigos aparentes), virus, bacterias, etc.
La Guerra, es un conflicto entre 2 o más naciones, que utiliza ejércitos armados hasta los dientes. Dicha conflagración se desarrolla por mar, aire, tierra (y subsuelo), para defender o atacar algún territorio enemigo y destruirlo, con el propósito de triunfar. Finaliza con “Vencedores y Vencidos” (wikipedia).
El conflicto social, por el contrario, son escaramuzas temporales que suceden dentro de un territorio local/regional. Contienen manifestaciones verbales, ingeniosas, simbólicas, “guerra de carteles y letreros insultantes, pintados en las paredes”, o las consabidas muecas y cabriolas que intentan ridiculizar a los otros, y a los demás, en cada espacio de la ciudad.
Las guerras entre pandillas de jóvenes y niños son la mejor expresión de vendetta temporal, fugaz, quizás cavernícola, que exige romper el vidrio de un ventanal, y/o hacer sonar el timbre de alguna casa y rápidamente camuflarse, como si nada.
Sin embargo, los hechos de Bogotá, Cali y Bucaramanga, mostraron perfiles de Asonada y Rebelión Social. Ambas suceden previas a la gestación de una Conspiración Total, inimaginable. Ugh!