Fermín Beltrán Barragán
En reciente entrevista, el gran profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén Yuval Noah Harari, autor de “Sapiens. De animales a Dioses”, entre otros libros, analiza que la inteligencia artificial no es una revolución de un periodo de tiempo determinado, sino que es una serie de sucesivas revoluciones que se irán incrementando, en cuya dinámica el hombre solo necesitará dos destrezas para sobrevivir: estabilidad mental e inteligencia emocional.
No se puede predecir siquiera como serán los empleos de las próximas décadas, la prospectiva ha sido retada por la incertidumbre del desarrollo tecnológico, de tal manera que a los humanos no les quedará otro camino que la reinvención permanente, algo así como morir y nacer a cada rato. Si antes la estabilidad en los oficios daba seguridad y tranquilidad frente al futuro, ahora los cambios rápidos, permanentes e impredecibles nos angustian porque no sabemos que hay en el próximo recodo del camino.
Es ahí en donde debemos concentrarnos en el yo y educarlo para afrontar las nuevas situaciones, a partir del fortalecimiento mental y el acertado manejo de las emociones. Por ejemplo, según el DANE, las ventas de artículos de cuero han caído drásticamente por efectos de la pandemia, esta crisis es la oportunidad que tienen los trabajadores y productores de este sector para analizar, en la perspectiva del cambio de las costumbres de los consumidores, cuáles son sus nuevas posibilidades y oficios.
Y en todo esto, ¿cuál es el papel de la educación?, ¿cómo deben reinventarse las universidades e instituciones educativas en general? Para Harari no nos estamos haciendo las preguntas correctas, estamos equivocados y confundidos entre tanta información. Afirma “…la mejor inversión no es en —por ejemplo— una carrera determinada, sino en inteligencia emocional y en equilibrio mental, y en esta clase de habilidades sobre cómo continuar cambiando, como seguir aprendiendo”.
Las cosas han sido transformadas por la pandemia, pero cambian más por el desarrollo de la ciencia y la tecnología, pensar en las instituciones de formación como eran antes, en dónde los rígidos edificios las hacían emblemáticas es un tremendo error, la escuela de hoy está mucho más allá de esa concepción, requiere de la integración de múltiples canales y metodologías, de la combinación de lo presencial y de lo virtual y de currículos flexibles orientados a aquellas fortalezas que difícilmente puedan ser superadas por las máquinas, toda vez que oficio que se pueda realizar con una máquina es oficio que desaparece para los humanos.
Con esta frase Harari, nos aproxima y enfatiza en el concepto de flexibilidad en la educación: “Si en el pasado la educación se parecía a construir una casa de materiales sólidos, como la piedra, y con cimientos profundos, ahora se parece más a construir una carpa que se pueda doblar y llevar a otro lugar con rapidez y sencillez”. Yo le agregaría, se está afianzando la era del autoaprendizaje, lo más importante es comprender qué es lo que debemos saber y dónde están las fuentes de ese conocimiento.