La Nación
La muerte de Maradona 1 18 abril, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

La muerte de Maradona

Alexander Molina Guzmán

 

Se fue Maradona, y para los argentinos fue como perder a su ser más querido. Los argentinos, que tienden a agrandar lo que no puede ser más grande y a endiosar lo que no puede ser endiosado, elevaron a Maradona como un “dios” y hasta le construyeron su propia iglesia, la “Iglesia Maradoniana”; que es, por supuesto, toda una caricatura de su propio ego, de su propia vanidad.

Diego Armando Maradona fue genial como futbolista y opaco como persona. Tan brillantes eran sus jugadas y sus goles que en el partido que disputaron argentinos e ingleses en el Mundial de México 86, se dio el lujo de marcar, honestamente, uno de los  mejores goles de la historia del fútbol; al mismo tiempo, en ese partido le valieron eso gol deshonesto que metió con la mano. Una mano tan grande como el Estadio Azteca y que vio todo el mundo, hasta el árbitro, pero que la brillantez de Maradona “no dejó ver”. Argentina ganó 2-1, y para los argentinos fue una dulce venganza por la derrota que sufrieron a mano de los ingleses en la guerra por las Islas Malvinas en 1982. Después, Maradona, fiel a su ego y a su vanidad, dijo que ese gol fue un poquito con “la mano de Dios”.

Sí, no seamos farsantes, opaco como persona: drogadicto, alcohólico, mujeriego, maltratador de mujeres, obligado a reconocer hijos negados… Toda una medallería de hechos que demostraron que lo que hacía brillantemente como futbolista, lo borraba de un tajo como persona.

Diego Armando Maradona fue un producto del mundo del espectáculo, etiquetado para mover masas y dinero sin importar los malos ejemplos que diera. Lo importante era capturar masas y mover dinero con su “imagen”. Porque así es el mundo del espectáculo: sin ética, sin moral, un mundo mentalizado para monetizar, y la ética y la moral no monetizan tanto. Por supuesto, con la muerte de Maradona no muere ese mundo del espectáculo. No. ¡El espectáculo debe continuar! A rey muerto, rey puesto. Otros avivarán ese mundo decadente.

La muerte de Maradona debería generar al menos una reflexión en las familias que ansiosas esperan que algunos de sus hijos ingresen a ese mundo del espectáculo. ¿Les importará la fama y el dinero, sin ética y sin moral? Porque sí creo que se puede llevar una vida de fama y dinero como gente decente. Sí, está bien, los hijos tienen todo el derecho de ir por sus sueños. Pero si los están persiguiendo a lo “Maradona”, estarán haciendo goles con el pie… pero también con la mano.