María Consuelo Plazas Serrato
Esta semana falleció el maestro Antonio Caro, reconocido como uno de los precursores del arte contemporáneo en Colombia. A diferencia de los artistas modernos de su época (1970-1980), no se interesó por medios tradicionales como la pintura, sino que su obra fue tipográfica y conceptual, a través de la cual, valiéndose de sencillos juegos de palabras, enviaba contundente mensaje en lenguaje coloquial. En efecto, Caro creía en “el poder revolucionario de lo simple”, como bien lo afirmara Carlos Hurtado, director de la galería Nueveochenta.
Cabe destacar que fue protagonista de uno de los episodios más irreverentes en la historia del arte nacional, al propinarle una bofetada al crítico de arte Germán Rubiano, mientras le hablaba de su obra “Defienda su talento” (1977), y ese mismo desparpajo y ausencia de convencionalismo, es lo que singulariza su obra, siempre dirigida a plantear problemáticas socio-políticas y culturales de nuestro país que, expresadas con humor, motivaron incesante reflexión en los colombianos, como él mismo lo afirmara en una entrevista:“Si llegamos a Panamá, estamos bien. Si llegamos a México, magnífico. Si llegamos a París, pues estupendo. Pero nosotros debemos preocuparnos más bien (…) por lo que sucede entre nuestra obra y Malambo o Magangué. Sonar en Magangué debería ser más importante para uno que sonar en Nueva York”.
Entre sus obras más emblemáticas figuran Colombia (1976), en donde escribió el nombre del país con la tipografía y el color de Coca-Cola, como una crítica al consumismo y la profunda inserción estadounidense en la sociedad colombiana y Todo está muy Caro (1978), obra múltiple que emula el papel de propaganda, en la que formula un reclamo por la economía y de paso, juega con su apellido.
Pero su reconocimiento trascendió más allá, a tal punto que hoy por hoy es considerado uno de los artistas conceptuales más relevantes de Latinoamérica, demostración de ello es que su trabajo ha sido expuesto en el Tate Modern de Londres y en el Centro Pompidou de París, entre otros.
Para concluir, los dejo con la percepción de Luis Camnitzer, destacado crítico de arte, respecto del notable maestro: “La despreocupación por su propia imagen lo convirtió en una especie de ícono que nos da una clave de su obra. Su arte carece del fetichismo típico de las obras de las galerías, la vanidad fue expulsada de su mundo y en ese mundo, Caro no es más que otra obra más”.