La Nación
¡A producir comida! 1 24 abril, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

¡A producir comida!

Por Fermín Beltrán Barragán

Aunque neguemos la enjalma y el ancestro caminero, llevamos dentro un arriero que le da perrero al alma”, en estos hermosos versos el poeta Luis Carlos González, sintetiza una inmensa característica que marca la historia de Colombia.

Éramos rurales. Ahora somos más urbanos que rurales, como resultado de la migración permanente del campo a la ciudad, en busca de “mejores oportunidades”. Hoy, cuando un enemigo invisible y peligroso acecha a las ciudades, es momento de despertar en alborada esa profunda raíz que nos amarra al campo, a la vastedad de sus montañas, de sus valles y de sus ríos; y sobre todo a los principios solidarios con que los dones, paso a paso, minga a minga, fundaron las fincas y edificaron las veredas.

La finca significa espacio abierto, alimento fresco, agua, fauna, arboles, sol y viento. No es lo mismo estar confinado en 48 metros cuadrados a estar confinado en una finca, en dónde de noche como pedacitos de vidrio titilan las estrellas y el amanecer está lleno de vida y de múltiples aromas y sabores.

Sí, el campo es alimento fresco, aunque la agricultura con grandes máquinas y tecnologías está muy desarrollada, ahora se despierta de nuevo la gran necesidad de alimentos y sobre todo de alimentos orgánicos y frescos y ahí sigue vigente la oportunidad del campo.

Esa oportunidad se puede desarrollar si aprendemos de agricultura, independientemente de la profesión que cada uno tengamos, porque todos debemos cultivar y producir alimentos, incorporar tecnologías de precisión para evitar los desperdicios y mejorar la productividad.

Israel es un gran ejemplo, este país con sus ambientes controlados, el manejo circular y eficiente del agua, así como con el uso pleno de la ciencia y la tecnología, ha logrado convertirse en la despensa del oriente medio. En su prospectiva y perspectiva, a pesar de sus desiertos y sus condiciones climáticas adversas, la producción de alimentos es una gran apuesta.

Aunque la FAO dice que la población humana no crece de manera exponencial como lo planteó Malthus en 1798 y que la producción de alimentos supera el crecimiento de la población; lo cierto es que hay millones de personas que están aguantando hambre y que es prioritario decidir nuestra propia producción de alimentos.

No es posible renunciar a la tecnología, pero si es posible llevarla al campo en las proporciones adecuadas, capacitando en su uso e implementación a ese inmenso talento campesino y urbano, apropiando técnicas para establecer y mantener granjas integrales y desarrollar efectivamente la agricultura urbana. Pero no es solo producir alimentos, es indispensable adoptar un modelo de comercialización que acorte y envuelva, en el marco de la solidaridad, la relación del productor con el consumidor, así como definir la manera de alimentarnos saludablemente. Solo así subiremos un escalón más en el progreso civilizado que hoy reclama la especie humana.