María Consuelo Plazas Serrato
El pasado lunes se conmemoró el “Día Nacional por la Dignidad de las Mujeres Víctimas de Violencia Sexual en el Marco del Conflicto Armado Interno” institucionalizado mediante Decreto 1480 de 2014 con el fin de hacer visible tan devastadora problemática y de paso dignificar a miles de mujeres víctimas de tales atropellos.
Pero ¿qué motivó la decisión de conmemorar tan emblemática fecha?
El 25 de mayo del 2000, Jineth Bedoya Lima, quien fungía como periodista del diario El Espectador, llegó hasta la cárcel La Modelo de Bogotá con el propósito de realizar una entrevista en el marco de una investigación relacionada con irregularidades en temas de derechos humanos y tráfico de armas al interior del centro penitenciario. Sin embargo, no imaginaba que se trataba de un plan criminal fraguado por miembros de la Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) en complicidad con agentes del Estado, pues al ingresar al referido centro, aparte de ser secuestrada y maltratada, también fue víctima de delitos sexuales y tortura mientras pretendían trasladarla a otro lugar, para posteriormente abandonarla en una carretera.
Aunque parezca increíble, tuvieron que pasar alrededor de 12 años para que se vincularan procesalmente a tres autores – al parecer fueron cerca de 25 – que hasta el momento han sido condenados. Pero más increible aún es pensar que solo hasta el mes de julio del año pasado, se logró un avance significativo para que la periodista pudiera acceder a la justicia, pues gracias a una demanda instaurada en 2011, se logró someter el caso a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, para que se determine la responsabilidad del Estado colombiano “en relación con las mujeres periodistas en contextos de conflicto armado, las restricciones a la libertad de prensa y las dinámicas de impunidad en casos de violencia contra la mujer”, según lo expresado por el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional -CEJIL-.
Como puede apreciarse, si en un caso tan polémico como el de la periodista Jineth Bedoya la justicia colombiana actúa de manera ineficiente, dada la lentitud con que se ha tramitado el proceso ¿qué pueden esperar entonces las demás víctimas de tan atroces crímenes? ¿Hasta cuándo tendrán que vivir recordando su propio 25 de mayo, a sabiendas que el acceso real a la justicia es casi una utopía? ¿A qué obedece tanta impunidad?