Se ha dicho que el papel puede con todo; esto podría ser cierto con respecto al reciente Informe Anual del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), según el cual Colombia resulta ser un país con alto desarrollo humano, ocupando el puesto 91 entre 186 países encuestados. Se ha dicho que el papel puede con todo; esto podría ser cierto con respecto al reciente Informe Anual del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), según el cual Colombia resulta ser un país con alto desarrollo humano, ocupando el puesto 91 entre 186 países encuestados. Basta recordar que, nada más y nada menos, el propio Banco Mundial otorgó a Colombia un deshonroso séptimo lugar en el mundo en materia de inequidad. En el informe del PNUD, no obstante, se hace evidente el enorme desequilibrio regional que caracteriza al país. Bogotá ostenta el primer lugar en desarrollo humano (IDH) con un índice de 0.90. En contraste, la Guajira con un índice de 0.69 y el Chocó con uno de 0.73, aparecen como las regiones con menor calidad de vida. Es una ironía pensar que Colombia, la tercera economía más grande de América Latina, después de la de Brasil y México, en términos de IDH sea superada por otros países de la región, como Argentina, Chile, Uruguay, Cuba o Panamá. En realidad, en el caso colombiano, a medida que la torta crece, el apetito voraz de unos pocos hace que apenas unas migajas lleguen a las mesas de los más pobres. Con respecto al Huila la situación es aún mucho peor. Como lo resaltara la periodista Gina Tatiana Piragauta en LA NACIÓN, según un reciente Informe sobre el Cumplimiento de los Objetivos del Milenio por parte del departamento del Huila, el 79.2% de los habitantes del territorio vive en condiciones de pobreza, un 25.9% de ellos sobre la línea de pobreza extrema. Se trata de familias que viven con menos de un dólar diario. En el país en su conjunto el porcentaje de población en pobreza extrema es más bajo, 12.3. En el citado informe departamental se señala que cerca de la mitad de los municipios huilenses tiene preocupantes cifras de mortalidad infantil, con tasas superiores a 35 por cada 1000 nacidos. Acevedo resulta ser el municipio con mayor tasa de mortalidad infantil (46.8) y Yaguará el de menor tasa (15). Incluso Aipe, municipio petrolero por excelencia, está lejos de cumplir las metas del milenio. Es hora de pensar en el bienestar humano, no solo en la economía. Los dirigentes nacionales y departamentales, las instituciones públicas y privadas, así como las comunidades, han de ver en qué se ha fallado. Es necesario invertir en una educación de calidad orientada hacia el emprendimiento y la innovación, también en nutrición y salud, con el concurso de una administración pública eficiente y ética. No hay espera. ¡A recuperar el tiempo perdido!