Luis Humberto Jiménez Morera
“Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes”. Esta cita que algunos atribuyen a Albert Einstein, nos ayuda a entender que para cambiar nuestra realidad debemos también cambiar la forma cómo nos configuramos para vivirla.
En este sentido, a nivel personal y social, para romper círculos de pobreza la educación se convierte en el catalizador fundamental, ya que permite aprender nuevos oficios, tener otros caminos, conocer y comprender modelos de comportamiento diferentes para cambiar situaciones actuales.
A nivel empresarial es más complejo, pero el principio es el mismo. Y los actuales momentos de crisis nos obligan no solo a buscar mecanismos para responder ante estas, sino también para que no se repitan. O, por lo menos, sus consecuencias no sean tan devastadoras en el futuro como lo que estamos viviendo actualmente.
Si bien los modelos empresariales de cada región, su estructura y tradición, así como las condiciones geográficas son diferentes, si resulta enriquecedor analizar las diferencias entre las ciudades capitales (y departamentos) que encabezan y cierran el ranking desarrollado por el DANE respecto de la tasa de desempleo en el bimestre junio – agosto de 2020, teniendo para en cuenta el informe a nivel de perfil económico departamental desarrollado por MinComercio a corte de septiembre de 2020.
Los resultados para 2019 del Índice Departamental de Competitividad muestran a Atlántico en el puesto 4, mientras Huila se sitúa en la mitad de la tabla, en el puesto 16, escalando 1 puesto respecto del 2018. La importancia de la competitividad radica en que las regiones con un mejor índice tienen mayores ingresos, mayor igualdad de oportunidades y sus habitantes están más satisfechos con la vida.
A nivel de ocupación por ramas de actividad económica durante el segundo trimestre del 2020, las actividades de comercio y reparación de vehículos emplearon en promedio el 25% de los ocupados de los dos departamentos, teniendo una diferencia importante en la ocupación generada por la administración pública que pesó en el caso de Huila el 21%, el doble que para Atlántico, lo que le permitió a este último ocupar un mayor número de personas en actividades como manufactura, transporte, alojamiento y actividades artísticas.
Este indicador, junto con el de estructura industrial y exportaciones muestran como Atlántico tiene una mayor diversificación a nivel de actividades industriales que le permite disminuir su riesgo de exposición frente a parálisis de algunos sectores económicos, y aprovechar su capacidad de producción en distintos rubros para generar empleo y aprovechar ventajas competitivas propias de su geografía.
Si bien para el Huila el café concentra el 84,1% de sus exportaciones, estas representaron el 1,59% del total de las exportaciones nacionales a corte de julio de 2020, mientras que Atlántico pesó 3,83%, más del 140% por encima de nuestro departamento.
¿Qué hacer?
En resumen, y junto con la tarea “necesariamente coordinada” entre el Gobierno Nacional, gobiernos locales, sector empresarial, gremios y academia, que nos permita avanzar en fórmulas para la generación de empleo de calidad de forma prioritaria, debemos incluir también en la agenda de trabajo la generación de fórmulas para una necesaria Reconfiguración del tejido empresarial para el Huila.
Lo que a su vez nos permita potencializar nuestros actuales diferenciadores. Y me refiero a sectores como el cafetero y piscícola, a través de procesos de transformación y diferenciación pensando en el mercado internacional, pero también generando las bases para diversificar la cartera productiva buscando incentivar nuevos sectores, disminuyendo el riesgo de concentración que actualmente tiene nuestro modelo empresarial y prepararnos para afrontar los retos propios de la nueva normalidad, el cambio en las necesidades de los clientes y fortaleciendo la base de la pirámide empresarial.