El Día sin IVA en Colombia, fue una política que implementó el gobierno de Iván Duque como un ‘startazo’ dentro de la estrategia de reactivación económica pospandemia. El nuevo Gobierno en cabeza del ministro designado José Antonio Ocampo, ha anunciado que va a eliminar esta medida por el elevado costo fiscal que genera. Y no le falta razón al encargado de la Hacienda Pública en el cuatrienio que se avecina, en los 3 Días sin IVA al año previstos, tiene unas ventas cercanas a los $30 billones, póngale lo que quiera entre las ventas normales y las impulsadas por la promoción del Día sin IVA y nos da no menos de $3 billones de costo fiscal al año, esto es plata, máxime cuando nos aprestamos a una Reforma Tributaria con un recaudo estimado exigente.
Otro de los argumentos del nuevo MinHacienda para proponer el desmonte, es que este ejercicio “no ha beneficiado a los hogares pobres y muchos de los productos que terminan sin IVA son importados y eso tiene un costo”. Yo agregaría que habrán unos sectores populares que, para acudir a la oferta de algunos productos, especialmente de electrodomésticos, en muchos casos acuden a créditos y a esas familia les puede salir ‘más caro el caldo que los huevos’. Además, los más pobres, al no estar bancarizados, no cuentan con tarjetas de crédito o débito que son el medio de pago exigido para las compras sin IVA. Sin duda, la medida que estableció el gobierno saliente debió ser temporal, mientras despegaba nuevamente la economía.
Es secreto a voces, que en Colombia no hay lealtad comercial ni órganos de vigilancia que cumplan su papel a cabalidad, y como nos gusta el atajo, hay muchos comerciantes especialmente los de grandes superficies, que hacen su agosto con el Día sin IVA, de mala fe aumentan en los días previos a la promoción los precios de los productos en un porcentaje equivalente al IVA, quedándose el comerciante con este mayor valor que buscaba ser trasladado al consumidor final.
Por supuesto que FENALCO defiende la medida del día sin IVA como una oportunidad de vender más sus afiliados, pero no tienen mayor beneficio en los estratos populares y por el contrario con un alto costo fiscal al erario público como lo afirma Fedesarrollo: ‘los que más aprovechan los beneficios son los ciudadanos con los ingresos medios y altos’.
La posición generalizada de los economistas es que el Estado deja de recibir ingresos importantes durante los días sin IVA. Hay que reconocer que fue un ejercicio interesante en el contexto de recuperación pospandemia, pero hoy es un imperativo el desmonte en búsqueda de atenuar la exigencia de recaudo en la nueva tributaria.