Por: René Jiménez Cobos
Romanos 12:9 El amor debe ser sincero. Aborrezcan el mal; aférrense al bien.
¿Sabías que posees una gran felicidad ? Tu felicidad es tu familia, tu esposa, tus hijos, tus seres queridos. Cuando comienzas amar y a cuidar lo que Dios te ha dado, Sus milagros se manifiestan. Si eres casado, bendice a tu esposa, no la maltrates, no la hieras con palabras, trátela como a una porcelana muy costosa. Visualiza todo como una gran bendición.
Haz equipo con tu cónyuge, escribe los desafíos que tienen por delante y juntos oren a Dios declarando que conquistarán todo lo que se propongan. Si estás soltero, pídele a Dios que te envié la persona correcta. Únete a Dios y verás grandes victorias.
Para que veas la bendición de Dios en tu hogar debes dar un orden a tu vida y prioridades. A continuación encontrarás algunos pasos que te serán de gran ayuda:
- El número uno en tu vida debe ser Dios. Muchos creen en Dios pero pocos están enamorados de Él.
- Tu vida es importante porque es el canal sobre el cual fluye el Amor de Dios.
- Tu familia, reflejara lo que le has dado de tu corazón.
- Tu trabajo, estudio o la profesión que desarrollas.
Si mantienes estas prioridades Dios te bendecirá. Recuerda que tu familia ocupa el lugar más privilegiado.
¿Dejarías de atender las necesidades de alguno de tus hijos o un familiar por escuchar a otra persona?
¿Sacrificarías una actividad preestablecida para ir a acompañar a tu hijo?, Tu familia es más importante que tus amigos, es más importante que tu trabajo.
Un día, una mamá frustrada con sus 3 hijos le comentó a su esposo que ya no sabía que hacer para que dejaran de gritar tanto en la casa. El esposo la miró y le contestó: “Te has escuchado como tu le hablas a ellos; los niños sólo imitan tu tono de voz”. Esta madre no entendía por qué sus hijos actuaban como lo hacían, hasta que el esposo puso un espejo frente a ella y reconoció que la que más gritaba era ella.
Sabemos que de la abundancia del corazón habla la boca, y también son nuestras palabras las que nos dignifican o nos avergüenzan. Recibe De Dios el dominio propio y usa tus palabras sólo para edificar y traer un ambiente de amor en tu casa.
Toma un tiempo especial para compartir con tu familia y desaten palabras de bendición y admiración entre cada uno de los integrantes que componen tu hogar.
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