Las negociaciones de paz pareciera que están al filo de una navaja, al borde de cortarse porque no hay muestras significativas de buenas intenciones por parte de la guerrilla.
La continuidad de los secuestros, de los actos terroristas, de ataques indiscriminados como el de la isla Gorgona (quizás para distraer la atención de alguna otra operación) son situaciones alejadas de llegar a un acuerdo racional.
Al igual que ocurrió con el Caguán se dilatan intencionalmente los diálogos para reagruparse y rearmarse, prolongando el conflicto y sin tener en cuenta que cerca del 98% de los colombianos queremos vivir en un país tranquilo.
No es una tarea nada fácil para el Gobierno tratar de buscar la paz, teniendo en cuenta que han surgido tantos grupos armados sin inspiración ideológica y buscando ante todo un lucro económico.
Otro aspecto que resulta totalmente inconveniente para aproximarse a la paz es que hay infinidad de problemas sociales si solución a la vista; la misma geografía del país impide que haya equidad en la inversión social; una cosa es solucionar los problemas sociales urbanos en Bogotá y otra muy distinta solucionar los problemas sociales en los sitios recónditos del Chocó o en la selva amazónica.
En Colombia deben surgir propuestas de modelos económicos y sociales propios que tengan en cuenta esos desbalances geográficos; podemos estar avanzando aceleradamente en los centros urbanos pero hay grandes descuidos en la selva o en las montañas, porque los colombianos que viven apartados no tienen mayor vocería que represente sus necesidades.
El mismo desplazamiento de personas, quienes son desarraigados de su terruño, es un indicador que evidencia claramente lo que estamos comentando. Hasta dónde ha llegado la inoperancia del Estado que no ha podido controlar esa gran cantidad de personas que deben abandonar su casa para poder proteger su vida.
Y seguidamente el Estado quiere seguir siendo más centralizado con una mirada miope sobre las reales necesidades de las regiones.
Afortunadamente vivimos en un país rico en recursos naturales, en despensas agrícolas, en la capacidad de trabajo de la gente, pero aún nos falta encontrar ese horizonte que conjugue la diversidad de razas y de geografías para convertirnos en un país sostenible.
Nos falta la dosis de solidaridad.
ramiromunoz@live.com