Al oído de los candidatos

Germán Palomo García

El informe presentado la semana pasada en la Universidad Nacional por Jens Arnold, economista principal de la OCDE en Colombia muestra un dramático deterioro de las condiciones sociales en el país. Somos el tercer país más desigual de los miembros de esta Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico y mostramos las mismas limitaciones en el comportamiento económico que no nos ofrece soluciones reales. Durante la pandemia, los hogares más vulnerables perdieron el 30% de los ingresos sin posibilidades de recuperación en el corto plazo lo cual incrementó los niveles de pobreza. Un hogar pobre dentro de la OCDE requiere 1 y media generación para recuperarse de su nivel de pobreza. En Colombia, ese mismo hogar lo logra luego de 11 generaciones, una condena clara a seguir siendo pobres y entregando esa pesada herencia a sus sucesores. Otro dato: Solo el 15% de los hogares pobres reciben beneficios sociales, es decir, el 85% de los que debieran recibirlo no lo obtienen por cuanto los recursos, según el estudio mencionado, se convierten en subsidios que van a otras manos sin justificación alguna.

En cuanto a las falencias en la economía colombiana, causantes mayoritariamente de las dificultades sociales, mencionó Arnold la baja productividad (ocasionada también por la alta informalidad comprobada por el reciente informe del DANE sobre desempleo), baja competitividad, que no mejora desde que se le dio prioridad con la apertura económica y está en la agenda de desarrollo hace 25 años; su explicación está en la escasa diversificación productiva y baja inversión en empresas competitivas; esto provoca dificultades en el ingreso al mercado internacional y explica también la alta informalidad y, muy preocupante, la desigualdad en la educación. Pero, hay que reconocerlo, estas variables no son nuevas por lo que hay que decir que los gobiernos no han sido eficientes en la aplicación de estrategias para alcanzar mejores resultados en estos ítems. En materia de desigualdad, hace rato diversos estudios han confirmado la ampliación de la brecha entre ricos y pobres en Colombia sin que se haya provocado una mejor respuesta. Ahora, en plena campaña hacia la presidencia, este informe se convierte en un importante insumo para la estructuración de planes de gobierno que tengan en cuenta estas realidades y ofrezcan verdaderas soluciones. Algo muy superficial se les ha escuchado a los candidatos, pero en concreto, muy poco. Por esto pienso que este informe de la OCDE cae “como anillo al dedo” en este momento en que deben aparecer propuestas profundas que, definitivamente, nos señalen caminos para superar este atraso.

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