Numerosos países de América Latina intentarán esta semana en París, donde se reúnen en la Unesco los firmantes de una convención internacional contra el tráfico de bienes culturales, reforzar el arsenal jurídico para luchar contra un comercio que está menguando su patrimonio. PARÍS, AFP Numerosos países de América Latina intentarán esta semana en París, donde se reúnen en la Unesco los firmantes de una convención internacional contra el tráfico de bienes culturales, reforzar el arsenal jurídico para luchar contra un comercio que está menguando su patrimonio. “Los bienes arqueológicos y los bienes culturales son inalienables, inembargables, y pertenecen al estado donde fueron creados. Sin embargo la convención que rige este problema tiene unos vacíos que nos impiden recuperar esos bienes”, dijo Lautaro Pozo, embajador de Ecuador ante la Organización de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). Esta convención, creada en 1970 y que ya firmaron 122 países, establece obligaciones para los Estados en materia de protección, control y restitución de bienes. Aunque no hay cifras exactas, el tráfico global de bienes culturales podría representar entre 2.000 y 6.000 millones de dólares anuales, según datos de la Unesco, y cada año se venderían en Europa, Estados Unidos y Canadá entre 2.000 y 4.000 piezas latinoamericanas, según el embajador ecuatoriano. Egipto, Siria y Malí son tres de los puntos negros del planeta para el patrimonio cultural, víctimas de un tráfico equiparable al de las drogas o el armamento que la Unesco quiere denunciar con una exposición de “Tesoros encontrados”, presentada en la capital francesa. En América Latina, uno de los casos más graves es el de los objetos mayas. Según datos de la Unesco, cada año al menos mil piezas de cerámica de un valor global estimado en más de 10 millones de dólares son extraídas ilegalmente de la región mesoamericana, donde prosperó esa cultura.