Alejandro Serna Serna
Después de las elecciones presidenciales del pasado 27 mayo sentí una serie sinsabores: Uno de ellos es, de nada vale tener propuestas filantrópicas, pacíficas o constructoras de tejido social y menos en tener experiencia administrativa en el manejo de lo público. Queda constatada que la profana política de la estrategia filtró al elector que se movió por las fibras de la emoción, más no guiado por la luz de la razón.
En Colombia hemos fallado en el intento de la reconciliación y del anhelo de vivir en paz, hemos caído en un escenario confrontativo y polarizante. Nos encontramos en frente a una derrota histórica y en un nuevo ciclo de movilización política, donde es menester replantear lo hasta ahora realizado.
Estamos en un eclipse político frente a debates tácticos para llegar al poder, atónitos de la coyuntura histórica de una sociedad que anhelaba paz, pero que no fue suficiente, descontento generalizado que llevará aceptar por discutir aún más la implementación de los acuerdos.Queda claro que no podemos apelar al retorico discurso de la división de clases, como base profunda del reagrupamiento político, cayendo en discusiones perversas sobre la pugna en tomarse el poder político para poder erigirse y destruir el aparato burocrático del estado, poniendo en riesgo de lo que hoy conocemos como Estado Social y de Derecho.
Debemos enfocar nuestra mirada hacia lo fundamental: La defensa del ser humano en un modelo de estado democrático, participativo y pluralista, donde la sostenibilidad del sistema de salud y la educación sean pilares fundamentales, así como en reformar la justicia y el sistema electoral, con una lucha frontal contra la corrupción hoy generadora de pobreza, donde se propenda por el mejoramiento al acceso al trabajo, donde se busque reactivar la economía, mediante la innovación tecnológica y el emprendimiento, así como la tecnificación del agro.Sea quien sea, el próximo gobierno deberá respetar la institucionalidad democrática, la economía de mercado y la propiedad privada, de forma soterrada y no caótica, que mire hacia los gobiernos territoriales de la periferia, así como el de reestructurar las restringidas regalías y el Sistema General de Participaciones.
La apuesta debe darse hacia transformaciones socio-estructurales, frente al desgastado e insostenible ordenamiento territorial descentralizado. De ahí que debemos analizar las propuestas de los candidatos en segunda vuelta para el Departamento del Huila, sobre el futuro de las vías 4G, la inversión en infraestructura para la salud y la potencialización del turismo de nuestro terruño opita. El sector agrícola y la ruralidad deben ser abordados al detalle, dado que los arroceros, cacaoteros y cafeteros huilenses se encuentran en amenaza por los altos costos de los insumos.
Todo un análisis de donde apelaremos a la racionalidad y a la mística política, en pro de nuestro territorio surcolombiano y así, seguir hacia adelante.