La Nación
Aprendamos a escuchar 1 19 abril, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Aprendamos a escuchar

Consuelo Serrato de Plazas*

¿Sabemos escuchar de manera eficaz? ¿A quién no le gusta sentirse escuchado? ¿Por qué nos cuesta tanto escuchar? ¿Qué diferencia existe entre escuchar y oír? El diccionario de la lengua española define el vocablo escuchar como “Prestar atención a lo que se oye”. En tanto oír significa “Percibir con el oído los sonidos”. Con frecuencia caemos en el error de creer que los dos conceptos tienen el mismo significado. A pesar de ello existe notable diferencia entre uno y otro. La acción de oír es muy sencilla. Para ello solo requerimos tener capacidad funcional del órgano de la audición. Pero no resulta tan fácil aprender a  escuchar. Quizá porque va más allá de las palabras que se hablan al involucrar diversas funciones cognitivas.

Una de las habilidades comunicativas más importantes del ser humano es su capacidad de escucha porque de ella depende el éxito de las relaciones interpersonales. A pesar de que la vida nos provee diversos escenarios para desarrollarla, no resulta tan sencillo como usualmente lo pudiéramos  llegar a imaginar  pues aparte de demandar  igualdad entre los interlocutores se necesita percibir las cosas desde la perspectiva de la otra persona.

Por naturaleza las relaciones humanas son muy complejas.  Prueba de ello es que hoy en día existen enormes inconvenientes en los diversos ámbitos de la vida precisamente a consecuencia de las barreras que se originan  a partir de una deficiente comunicación.

Desde esta perspectiva valdría la pena resaltar la importancia que reviste la necesidad de una escucha efectiva en uno de los escenarios más privilegiados del desarrollo humano como lo es la dinámica familiar, donde comúnmente surgen situaciones conflictivas que si no se abordan de manera adecuada podrían llegar a tener consecuencias no deseadas. La experiencia demuestra que la falta de una escucha activa representa uno de los motivos más frecuentes de ruptura de pareja  como actitud necesaria para lograr una sana convivencia y adecuada resolución de conflictos.

Y ni para qué hablar de las asimetrías que con frecuencia surgen de la relación entre padres e hijos precisamente porque cada uno parte de posiciones diferentes para abordar las dificultades. Por tanto es en ese preciso momento cuando debemos sacar a flote nuestra habilidad comunicativa que conlleve a escucharlos de manera efectiva prestándoles la debida atención y en lo posible  de manera paciente y sin interrupciones, es decir, controlando los deseos de intervenir para luego sí expresarles nuestros puntos de vista pues como sabiamente lo afirmara el filósofo griego Diógenes de Sínope “Tenemos dos orejas y una sola lengua para que oigamos más y hablemos menos”.

Los invito a ejercitar la capacidad de escucha. Les aseguro que contribuirá a generar mejores relaciones con nuestro entorno.

 

*Especialista en Derecho de Familia y Magíster en Asesoría Familiar

consueloserrato@hotmail.com