En ocasiones quizás sin percatarnos de ello, caemos en el error de hacer comentarios fundamentados tan solo en nuestras percepciones, en el conocimiento que se cree tener de las cosas o en la certeza de ser dueños de la verdad, olvidando que no existen verdades absolutas y que lo mejor en muchas ocasiones, es aprender a callar.
Aprender a callar representa el respeto hacia quienes nos rodean, a su forma de ver, entender, sentir e interpretar la realidad. Se manifiesta en la capacidad de escucha, la búsqueda de la verdad, del conocimiento y el respeto a las opiniones de los demás.
Aprender a callar tiene que ver con dejar de decir lo que no lo somos realmente, lo que quisiéramos ser, lo que fuimos o lo que erróneamente creemos ser. Sin necesidad de alardear permanentemente nuestros logros, el tiempo permite a los demás, descubrir la verdad entre tanta ensoñación, entre tanta fantasía y engaño.
Aprender a callar va de la mano con dejar de hablar del otro, de sus debilidades, errores, mentiras o apariencia. La vida es corta y no vale la vena desperdiciarla, asumiendo el rol de un juez cuando no nos corresponde hacerlo.
Aprender a callar combate el celo, la codicia, la injusticia, la calumnia, la mentira, la envidia, la desdicha. Lleva a hablar sólo de aquello que realmente se sabe o compete a cada uno. Por ello antes de emitir un juicio de valor, señalar o juzgar, se debe tener claro si somos las personas indicadas para hacerlo.
Aprender a callar enseña a no decir cosas con la intención de herir, maldecir, juzgar o denigrar, porque se logra entender que las palabras hieren más que un golpe y dejan huellas imborrables en el alma.
Aprender a callar es a veces parecer tontos, a comprender que no siempre se gana, que en ocasiones hay que perder para obtener tranquilidad, entender que no todos los interrogantes tendrán una respuesta inmediata y que muchas veces, las soluciones no se obtienen a través de las palabras, porque no todo lo que proviene a la mente, puede constituirse en una afirmación certera o radical.
Aprender a callar es apreciar el valor del silencio, el significado de una mirada, de una lágrima, de un abrazo, porque quien calla hace del silencio su aliado para comprender aquello sentimientos que conceden un valor a la soledad, como una forma de encontrarse a sí mismo y valorar más a los demás.