La Nación
¡Arre caballo que voy de fiesta! 1 18 abril, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

¡Arre caballo que voy de fiesta!

Albeiro Castro

Aun guardo en mi memoria los recuerdos de las fiestas reales que se realizaban en la “plazuela de San Pedro”, cada año para las calendas del 28, 29 y 30 de junio, los neivanos nos congregábamos en las corralejas que allí se construían, estructuras simples que se armaban con guadua, bejuco y alambre con el propósito de servir de escenario a la fiesta taurina, se veía de todo, un día becerrada para principiantes y borrachitos envalentonados; al día siguiente la corrida de postín, los avezados en la materia hablaban de la calidad del cartel; y al tercer día el cierre se hacía con novillada y toreros de prestigio, vivir en el entorno de la plazuela de San Pedro era todo un privilegio, pues el olor a fiesta se disfrutaba segundo a segundo.

Por supuesto que la quema del castillo era un espectáculo imperdible, la retreta de las bandas de pueblo animaban la verbena desde puro el inicio de la caída del sol, con breve receso para el oficio religioso y luego la invitación generalizada era una sola voz “mire pa arriba”, el cielo bellamente adornado con coloridos tachones y diversas figuras, el estruendo de los estallidos de la pólvora armonizaba con los ritmos de la banda, cuetes y voladores continuaban animando el jolgorio hasta la llegada de la alborada, para algunos era el anuncio del fin de la bailoteada, para otros, tan solo era la señal para iniciar un nuevo día de rumba.

Los muchachos de la época  nos divertíamos con la despescuezadura de gallos, una actividad que no es fácil dada la agilidad de quien maneja el lazo y la pericia del jinete, lo chévere era ver las acrobacias de los borrachitos intentando ganar el premio, y por supuesto, las inevitables caídas, la gran mayoría de las veces, tan solo aporreados, pero en ocasiones las exclamaciones de dolor indicaban la fractura de una pierna o de un brazo, el chisme se apagaba con el traslado del herido al hospital San Miguel a tan solo tres cuadras y la fiesta continuaba. Otras actividades entretenidas, pero no tan emocionantes eran los concursos del “marrano enjabonado” y las carreras de encostados.

Se escuchaban cases para Guacirco y Fortalecillas donde las fiestas reales son para el 20 de julio, cita que rigurosamente cumplían los jugadores de gallos y tahúres que habían iniciado sus rondas en Neiva. Ingenuamente surge la pregunta ¿Por qué se llamaba Plazuela de San Pedro? Se dice entonces que su nombre se debe a su calidad de escenario donde se celebraba la fiesta en honor a San Pedro, una solemnidad que los neivanos disfrutábamos a placer, hoy nos toca vivirla en el recuerdo y esperar su recreación tal vez en una pieza teatral puesta en video.