Rodolfo Valderrama
Repudiable la actitud del pastor y concejal de Bucaramanga Jaime Beltrán al justificar el llamado linchamiento o justicia por mano propia; es insólito que desde la autoridad o el líder de una comunidad se justifique e incite al delito ya sea el atraco ejercido por delincuentes, o la venganza violenta por parte de las víctimas. Este desquiciado pastor cuando manifiesta estar dispuesto a ejercer cualquier acción para defender lo suyo en los eventos que la Fuerza Pública no ofrezca garantías, avala lo que podrían decir muchos delincuentes, que hurtan para no dejarse morir de hambre ya que el gobierno les niega las oportunidades; tanto el delincuente como el pastor se equiparan. No tiene sentido una discusión alrededor de la relación de causalidad entre falta de oportunidades o desprotección policial frente a la ocurrencia del delito, es decir si el delito tiene justificación o no; lo cierto es que la correlación sí existe, es decir en una población hambrienta por falta de oportunidades se incrementan los delitos al margen de su justificación, a su vez cuando se tiene desprotegido al ciudadano se presenta la violencia para defenderse, ante el desborde de la delincuencia.
En una sociedad conservadora y elitista como la nuestra (Con códigos burgueses que favorecen la clase dominante), para evitar reformas que afectan privilegios, nunca se aceptará que pobreza y desempleo estén correlacionados con el incremento del delito, en especial varias modalidades de hurto, excluyendo delitos de cuellos blanco, de ahí la expedición de normas principalmente de carácter represivas y otras como el de las cámaras, que no tocan las causas primarias de la delincuencia como la problemática social; esto es evidente si comparamos sociedades que otorgan suficientes oportunidades y el índice delincuencial es bajo, frente a sociedades pobres con alto desempleo donde el delito es alarmante, es el caso de Colombia y algunos países de Centro América.
Nuestro país hasta comienzos del 2020 experimentaba crecimiento del índice de inequidad y aumento de pobreza e informalidad a consecuencia de la política neoliberal, así el cuestionado DANE informe lo contrario, y con la pandemia la situación se tornó más crítica pues la desocupación disparó el delito, y ante la incapacidad represiva oficial todo se complicó aún más con la aceptación del linchamiento por parte de muchos ciudadanos. Indudablemente que es obligación de todo gobierno reprimir el delito independientemente de su naturaleza y origen, pero únicamente con medidas represivas oficiales o con linchamientos no se erradicará el delito ni se reducirá sustancialmente, además responder a la violencia delincuencial con violencia ciudadana es estimular a las bandas a estructurarse mejor, y con esta escalada violenta podríamos llegar a una guerra fratricida. rovaldi.