Avanzar en la tormenta

No es poco lo que se ha logrado hasta ahora en La Habana: Desde acuerdos preliminares sobre temas tan importantes como la distribución de la tierra y el desarrollo rural, hasta un consenso sobre la necesidad de cambiar la política actual de drogas fortaleciendo un enfoque de salud pública, que atienda a consumidores y pacientes.

Sin embargo, estos logros se ven empañados por la detención del General Rubén Darío Alzate, comandante de la Fuerza de Tarea Conjunta Titán, y de otros soldados activos y civiles, en días pasados a orillas del río Atrato. Aunque estos riesgos estaban previstos, es decir, las reglas de la negociación eran claras desde el principio y los diálogos avanzarían de manera ininterrumpida en medio del conflicto armado; esta vez, el ruido de la guerra es muy alto como para no oírlo desde la mesa de negociación.
 
Por eso, creo que hemos llegado a un momento crucial del proceso, en donde como lo dijo el Presidente Santos, si no avanzamos estaríamos retrocediendo. Los hechos recientes, más que una crisis pueden convertirse en una oportunidad real de mejorar el proceso. Para eso, es necesario aprovechar la suspensión de las conversaciones e incluir al pueblo colombiano, decididamente. 

Es decir, es necesario  focalizar este proceso hacia las necesidades sentidas de las comunidades en materia de seguridad, gobernabilidad y paz y comenzar a diseñar acuerdos mínimos que sean previos al acuerdo definitivo, y que nos permitan desescalar la violencia del conflicto armado, romper de tajo el escepticismo de muchos colombianos que con violencia verbal hacen tanto daño como con la violencia del fuego armado, y disminuir la incertidumbre que cargamos hace 2 años desde que se inició este proceso.
 
Sea entonces el momento para hacer un llamado a la sociedad para que rodee al Gobierno Nacional en su propósito de sacar adelante esta negociación, para que no se deje envolver en falsos dilemas que obligan a elegir entre paz y seguridad y por el contrario, que siga levantando su voz en favor de una salida negociada, buscando  acuerdos preliminares que nos permitan seguir sentados en la mesa, expectantes del resultado final y muy atentos al siguiente punto de las negociaciones: la reparación de más de 6,5 millones de víctimas del conflicto armado. Por las víctimas, merece la pena que sigamos sentados.

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