La Nación
COLUMNISTAS

¡Basura!

Casi todo lo que toca el mercado capitalista lo convierte en basura, en desechos tóxicos. A  los honorables pinos de una montaña los reduce a viejos largueros de cama vieja. Por el petróleo, bellos árboles prehistóricos terminan en llantas rotas. Lo sagrado se rebaja a mercancía y la mercancía, a basura. El mundo entero se está convirtiendo en un basural, advirtió el papa Francisco.

En basura terminan algunas especies de animales feriadas en mercados internacionales. Las desacralizan arrancándolas de sus hábitats naturales. Las humillan poniéndoles un precio para convertirlas en mercancías. Al final, quedan reducidas a basura, a horrendas cabezas de tigres disecadas sobre paredes lujosas. Parodiando a Baudelaire, ‘Su grandeza sagrada ya no le sirve para nada’.

Más de cinco millones de aves capturadas anualmente son vendidas en países desarrollados. Más de quince millones de pieles pertenecientes a diferentes felinos terminan en ostentosas peleterías de Europa, Estados Unido, Japón… Diez millones de reptiles ceden sus pieles para confeccionar bolsos, correas y zapatos de lujo. Víctimas del mercado, que sólo halaga la comercial banalidad humana, terminan en obsoletas carteras de cuero. Hermanos reptiles, antes tan honorables en su patria natural, ahora son basura vieja en cualquier basural. Y el dolor lo carga la silenciosa Naturaleza. Ella ve cómo sus hijos se hallan en irremediables vías de extinción por la voracidad de mercantes con alma de dividendos.

Diabólico mercado que tampoco respeta la dignidad humana. Hombres y mujeres también se transmutan en mercancía y, con el tiempo, en tóxicos sociales. Para sobrevivir, cada cual lleva precios, legales o ilegales, estampados en la frente. Para triunfar, hay que abjurar de la sacralidad original y adentrarse en el furor de la oferta y la demanda. El dinero es el verdadero dios y el mercado, la verdadera iglesia.

Basura, los políticos que se ferian día y noche al mejor postor. Basura, sus discursos que venden mágicas basuras. Basura, la salud en las EPS. Basura, los magistrados y jueces que negocian fallos. Basura cara, el magistrado Pretelt que se ferió por quinientos millones de pesos a Fidupetróleo. (Nadie supo el precio de Pretelt y Alberto Rojas para venderse a Granahorrar.) La honorable basura también nos intoxica.

Y crece la basura material y moral a una hora por segundo. Lo mismo da una llanta vieja que un magistrado nuevo. Ninguno cumple correctamente sus funciones. Como basuras capitalistas, desarmonizan con el planeta y con el ser humano. Sólo son esclavos de la insaciable voracidad que los convierte en basura, en verdaderos tóxicos sociales.
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