La Nación
‘Bethel’, con los días contados 1 28 marzo, 2024
INVESTIGACIÓN

‘Bethel’, con los días contados

El exclusivo hostal, Bethel Bioluxury Hotel, erigido en el corazón del desierto La Tatacoa, tendrá que ser desmontado del emblemático lugar, por graves infracciones ambientales. El proyecto fue implantado en una zona de protección ecológica. Primicia.

 

RICARDO AREIZA

unidadinvestigativa@lanación.com.co

Bethel, el exclusivo complejo hotelero construido en el corazón del desierto La Tatacoa en Villavieja (Huila) tendrá que clausurar sus operaciones y demoler su exótica infraestructura.

La suspensión de las actividades hoteleras, asociadas con la captación ilegal de agua y el aprovechamiento forestal sin previa autorización, había sido ordenada hace tres años. Sin embargo, los dueños del emporio turístico no acataron la orden.

Ante la persistencia de los daños ambientales y los impactos negativos generados en esta zona de restauración ecológica, la Corporación Autónoma Regional del Alto Magdalena  (Cam) ordenó el cierre del típico hostal.

Adicionalmente, la autoridad ambiental ordenó la demolición de la estructura arquitectónica, ubicada en el área de protección por ser incompatible con los propósitos de preservación.

El desmonte de la infraestructura tendrá que efectuarse en un plazo de diez meses. Si no se realiza en el término previsto, la autoridad ambiental procederá a efectuar la demolición con sus propios medios y recursos disponibles.

La Cam ordenó como medida de compensación, la restauración total de las zonas impactadas, luego de la demolición y el retiro de los residuos y escombros generados por el desmonte de la estructura arquitectónica implantada en la zona protegida. La restauración tendrá que realizarse con especies nativas.

Las actividades de compensación forestal tendrán que ejecutarse en un término máximo de cuatro meses.

Finalmente, la autoridad ambiental le impuso al representante de la sociedad comercial Frank Corredor, una multa estimada en 780 millones de pesos, en calidad de infractor por los daños ambientales ocasionados al rico ecosistema tropical.

La ejemplar sanción fue adoptada a finales del año pasado y se encuentra en proceso de notificación. Los propietarios podrán interponer los recursos de ley y solo tendrá efectos a partir de la ejecutoria de los actos administrativos.

 

Las razones

De acuerdo con los cargos formulados en los procesos sancionatorios el complejo turístico fue ejecutado sin autorización, generando graves impactos el medio natural.

En su criterio, la actividad hotelera donde se prestan los servicios de alojamiento, restaurante y piscina, no se enmarca dentro de los usos permitidos en el Distrito Regional de Manejo Integrado La Tatacoa, creado en el 2012.

“Por el contrario, genera impactos ambientales negativos que van en contravía de los objetivos de conservación y de los usos permitidos”, precisó la entidad.

Además, “el hotel Bethel no cuenta con los permisos ambientales para el desarrollo de sus actividades, como concesión de aguas superficiales y permiso de vertimientos para aguas residuales domésticas”.

Los dueños del complejo turístico fueron investigados por varias infracciones, entre otras, captación y uso ilegal de aguas superficiales y alteración directa en la regulación hídrica de la zona ya que capta el precioso líquido desde el nacimiento, interfiriendo su tránsito hacia sus afluentes.

Además, por alterar la calidad del agua de los drenajes naturales y las aguas subterráneas por las descargas de aguas residuales provenientes del complejo.

La construcción, ocasionó la “desaparición por el uso y aprovechamiento indebido del árbol de pela, una especie forestal endémica típica del desierto,  utilizada para las adecuaciones del sitio de recreación y hospedaje.

El hotel promovido inicialmente por Comfamiliar, terminó curiosamente en manos del arquitecto Frank Sthoffer Corredor Rincón, contratista y asesor de Armando Ariza, ex director de la entidad.

 

El origen

Los procesos sancionatorios fueron iniciados por las denuncias que formularon en su momento, varios ciudadanos entre otros, Carolina Riaño Amaya y Helena Borrero.

En diciembre de 2012, la Procuraduría Regional emitió una acción preventiva por una  supuesta concesión  otorgada a Comfamiliar del Huila para “16 ojos de agua en el desierto para construir piscinas privadas.

En el 2015 inició un proceso sancionatorio durante la fase de construcción que terminó con la suspensión de la obra. No fue acatada.

Otra medida preventiva adoptada mediante Resolución 015 de 2016, la autoridad ambiental le ordenó al arquitecto Frank Corredor Rincón la suspensión inmediata de las actividades hoteleras. Tampoco fue acogida.

Además, le ordenó la suspensión inmediata de la captación y usos del recurso hídrico, los vertimientos de aguas residuales, el uso y aprovechamiento de la especie forestal y la inadecuada disposición de los residuos sólidos domésticos y hospitalarios. Esta medida preventiva fue proferida el 5 de enero de 2017, por el entonces director territorial Norte Oscar Daniel Pajoy.

El 19 de enero del mismo inició otro proceso sancionatorio notificado también al alcalde de la época Yofran Aris Pacheco, encargado de su ejecución.

Mediante auto expedido el 8 de agosto de 2018 la directora territorial Norte de la Cam, Magda Liliana Buendía Chacón, ordenó la práctica de pruebas.

El 5 de julio de 2019, la entidad le formuló pliego de cargos, que no lograron desvirtuarse. Por el contrario, la entidad, respaldada con varios conceptos técnicos y luego de varias visitas de inspección confirmó los hallazgos y determinó los impactos negativos ocasionados.

 

Los hallazgos

El proyecto se construyó en la vereda Palmira, en una zona de restauración para la preservación, que corresponde, según el plan de manejo ambiental, a sectores que a pesar de haber sido alterados por el hombre o por fenómenos naturales, conservan una importancia ecológica que deben recuperarse.

El hostal, único en su género y uno de los atractivos en ese emblemático destino turístico, presta el servicio de hospedaje máximo para 40 personas, restaurante y piscina. También actividades de senderismo incluyendo caminos, miradores y refugios para visitantes y áreas deportivas como equitación y uso de cuatrimotos.

La exótica infraestructura habitacional fue ejecutada en madera con techos elaborados con árbol de pela (una especie de acacia típica del desierto) y manglares. Además, registraron cambios drásticos en la composición del paisaje, con afectaciones por reacomodación de flora nativa, recubrimiento de suelo, con materiales poco amigables con el medio ambiente como cemento y roca (tipo placa huella).

Para la construcción se talaron por lo menos 980 arbustos, en un área afectada de dos hectáreas aproximadamente, sin los permisos previos de aprovechamiento ni movilización del material vegetal.

El agua utilizada proviene de tres nacederos en el sector de Los Hoyos, cercanos al complejo turístico. Los manantiales se encuentran en un radio de longitud de 180 y 458 metros de distancia de la infraestructura hotelera.

El agua, captada ilegalmente, es bombeada desde el nacedero hasta un tanque ubicado en las instalaciones del hostal, sin cumplir con las normas ambientales y sin tener la respectiva concesión por parte de la Cam.

“Los nacimientos no cuentan con franjas  o áreas de protección o aislamiento que permitan su recuperación natural con evidencia de intervención antrópica”, consignaron los técnicos de la entidad ambiental durante una inspección ocular.

Las aguas residuales, producto de las actividades del restaurante (cocina) y los desechos provenientes de los sanitarios y las duchas del hostal,  no cuentan con todos los sistemas de tratamiento que garantice el cumplimiento de los niveles permisibles al medio ambiente.

“Las aguas residuales de las habitaciones tampoco evidencia ningún tipo de sistema de tratamiento. Las aguas residuales son infiltradas al suelo sin ningún control”, reseña el informe conocido por LA NACIÓN.

Las aguas residuales tratadas a través de los diferentes sistemas y, las aguas resultantes de los lavamanos, se vierten al suelo sin contar con el permiso de vertimientos otorgado por la autoridad ambiental

 

Contaminación

Cerca del lugar se detectó un botadero de basuras a cielo abierto que no cumple con la normatividad ambiental y que generan problemas de contaminación ambiental.

Los residuos generados por los visitantes se almacenan indebidamente en una zona de disposición ubicada unos cien metros del sitio de ingreso al predio, en un área de nueve metros cuadrados con paredes construidas con troncos de pela. En este sitio eran apiladas y dispuestas a cielo abierto en bolsas plásticas sin ningún tipo de separación. Luego se ubicaron en un centro de almacenamiento que no lograron frenar la contaminación.

En este sitio se identificaron residuos orgánicos provenientes de la cocina, residuos hospitalarios como condones y papel higiénico, cartón, papel y gran cantidad de plástico como botellas, envolturas de alimentos y bolsas de agua, entre otros.

“Debido a que la disposición se realiza a cielo abierto, en grandes cantidades y por largos periodos de tiempo que permiten la descomposición de la materia orgánica, se evidencia la presencia de lixiviados los cuales discurren libremente al suelo y se infiltran en las zonas aledañas al sitio de almacenamiento”, precisaron técnicos de la entidad durante las visitas de inspección.

Adicionalmente, por el manejo inadecuado  de las basuras y la producción de lixiviados, se registran con frecuencia olores ofensivos.

 

Afectaciones

La actividad hotelera, en este y en otros casos, evidenciaron afectaciones ambientales, así como uso y aprovechamiento de los recursos naturales sin ningún tipo de permisos.

El área donde se erigió el complejo hotelero, sitio ‘Los Hoyos’, no se enmarca entre las actividades de preservación.

“Evaluando el uso principal compatible y condicionado de la zona de restauración para la preservación, área donde se encuentra ubicado el hotel Bethel, esta actividad hotelera no se enmarca dentro de estos usos, ya que se prestan servicios de restaurante, piscina y alojamiento y para ello se requiere agua, que generan vertimientos y basuras que producen lixiviados. En vez de cumplir con el objetivo de restauración generan por el contrario afectaciones ambientales”, concluyó la entidad en un detallado informe técnico.

“Así las cosas, esta actividad va en contravía de los objetivos de conservación, enmarcándose la realización de este servicio en esta zona como uso prohibido”, concluyó uno de los últimos informes técnicos que sirvieron de soporte para ordenar el cierre de las actividades en esta zona de protección.

 

Impactos

Según la valoración técnica realizada por expertos, la alteración de la hidrología y los drenajes de las zonas no permiten tener más uso del recurso hídrico aguas abajo, es decir, se restringió el servicio ambiental del agua solo para el desarrollo de la actividad hotelera.

“Por lo tanto, concluyó,  la incidencia sobre el bien de protección es muy alto ya que la afectación o alteración es total o completa y se define como una desviación del estándar fijado por la norma comprendida entre el rango entre 67 y 99%”.

Sólo se podría recuperar naturalmente la zona afectada en un período comprendido entre uno y diez años con la implementación de medidas de gestión ambiental.
La recuperación sería en un período comprendido entre seis meses y cinco años. La afectación por la alteración de la calidad del agua de drenajes naturales por la descarga Los vertimientos sin ningún tipo de tratamiento provenientes del hotel debido a la afectación

Orígenes del proyecto

El 25 de enero de 2013 el entonces director de Comfamiliar Armando Ariza Quintero anunció la ejecución de dos grandes proyectos: la construcción del hotel en el desierto La Tatacoa y un parque de recreación en Pitalito con una inversión estimada de  20.000 millones de pesos.

Sorpresivamente, el proyecto fue ejecutado finalmente por una sociedad particular “Tatacoa Desert SAS”, representada por Frank Corredor, quien asesoró a  Ariza y a  Comfamiliar en varios proyectos. Corredor aparece con el 40% de las acciones. Los otros tres propietarios, entre ellos un cirujano plástico y otros empresarios foráneos aparecen con el 60%. La sociedad fue creada con un capital de 140 millones de pesos.

La sociedad inició desde el 2010 los trámites para la obtención de los permisos respectivos. Sin embargo, no los obtuvo. Aun así inició la construcción del proyecto, lo que originó un proceso sancionatorio que concluyó con el cierre y la orden de demolición.

 

‘Bethel’, con los días contados 7 28 marzo, 2024
El exclusivo hostal, construido con acacias y material del desierto, generó drásticas modificaciones al paisaje.

Graves afectaciones

-Captación y uso ilegal del recurso hídrico para el desarrollo de la actividad hotelera en el área de influencia de la zona de protección.

-Afectación de la calidad del agua de drenajes naturales y aguas subterráneas por la descarga de los vertimientos provenientes del complejo hotelero sin tratamiento previo.

-Desarrollo de actividades hotelera sin tener permiso de vertimientos de aguas residuales domésticas otorgados por la autoridad ambiental.

  • Desarrollo de actividades hoteleras que ocasionan afectaciones ambientales en una zona con uso de suelo no compatible, ni condicionado según el Acuerdo 012 de 2015 que definió esta área como zona de restauración para la conservación.

  • Desaparición por uso y aprovechamiento de la especie forestal acacia farnesiana (pela), utilizada para adecuaciones y construcción de la infraestructura hotelera, sin el permiso de aprovechamiento forestal otorgado por la autoridad ambiental ocasionando afectación directa a la conservación del ecosistema estratégico.

-Contaminación del suelo por la inadecuada disposición de residuos sólidos domésticos y hospitalarios a la altura del complejo hotelero ubicado en zona de conservación.