Edelberto De la Ossa Chávez
La diversidad geográfica, las costumbres, la cultura, las tradiciones, los hábitos de trabajo y de alimentación, así como la biodiversidad de su fauna y de su flora, hasta en el modo de hablar, de caminar y la forma como los habitantes de cada región asumen su vida cotidiana hace que cada región de Colombia parezca un país distinto, como dijo un historiador: “Si algo unía a un guajiro, a un paisa, pastuso o llanero, era ser rojo o azul”.
Siendo Colombia, un país de regiones, diverso y pluralista, debemos concebir un Estado, que, como fin esencial, busque servirles a todas las comunidades en sus territorios; un sistema político- administrativo, que llegue a todos los rincones del Estado, que solo prime el interés comunitario y busque su desarrollo integral en todos sus campos.
Nuestro sistema actual, presidencialista, centralizado políticamente y descentralizado administrativamente, no funciona porque no es real, existe un centralismo salvaje y no existe la verdadera descentralización administrativa; el Estado colombiano no llega a sus regiones que están en un absoluto abandono y con sus necesidades básicas insatisfechas. Tal cual, estamos frente a un estado inviable, así nos lo demuestran las estadísticas, “El 19,6 %, de la población del país, en el año de 2018, vivía en una pobreza multidimensional, es decir, que su calidad de vida no cumplía con cierto indicadores que miden su acceso a la educación, la salud, el trabajo, los servicios públicos, una niñez digna o una vivienda”, según el DANE, y agregó que ”el 27% de la población es pobre y el 7,2% vive la pobreza extrema”, lo que significa que según el Departamento Nacional de Estadísticas, en Colombia existen 17.227.370 de personas pobres; suma alarmante, que puede ser mayor.
Sin lugar a duda hay que pensar en otra forma de organización del estado, uno que sea más democrático, más participativo, más amplio, más incluyente, que llegue a las regiones, que sirva para cerrar las brechas existentes, entre lo central y lo regional; no me refiero a irnos a los extremos, estos son dañinos, nuestra gente está pidiendo a gritos que se tengan en cuenta las regiones y con ellas se forme un estado fresco, comunitario y solidario, con el simple objetivo de salir de este estado de subdesarrollo en que vivimos.
La célula más importante de un país es el municipio, démosle su verdadera importancia, valoremos a su gente, otorguémosle verdadera autonomía político – administrativa, formemos un Estado de las autonomías; traducido en otras palabras, que nuestras regiones sean autónomas política y administrativamente, que sea la suma de nuestras regiones autónomas la que conforme ese gran país que queremos y anhelamos para las generaciones venideras.
Las regiones autónomas e independientes, se pueden organizar de acuerdo a su ubicación geográficas y a las identidades de sus habitantes, solo se requiere voluntad política de los que ostentan la competencia para hacerlo; la gente lo requiere, por decirlo de una manera jocosa, es un regalo que el país está esperando del poder político, ya viene navidad, iniciemos a construir ese regalo: un país con un poder central, pero con autonomía en sus regiones, soportado en un buen ordenamiento territorial y en un ordenamiento jurídico justo y equilibrado.
La actual revisión del Sistema General de Regalías (SGR) por el Congreso de la República es la prueba reina de que el actual sistema político en Colombia no funciona, cada día se centralizan más las actividades y las tareas del estado; la capacidad política – administrativa de las entidades territoriales, para cumplir con los fines esenciales del estado en beneficio de sus comunidades, es cada vez más nula; como van las cosas, en la práctica, no van a existir elecciones populares de autoridades locales. Alerta roja.
¡Bienvenido el federalismo!
“El hombre es hijo de su pasado, mas no su esclavo, y es padre de su porvenir”. Viktor Frankl.