Piero Emmanuel Silva Arce
Continúa la carrera de los candidatos hacia la casa de Nariño. Ya todos han definido sus fórmulas vicepresidenciales y tratan de establecer alianzas con otros sectores de la sociedad; buscan expandir la base de sus electores, atraer a los indecisos y seducir a los que en algún momento fueron sus contradictores. Los ciudadanos ya expresaron el pasado 13 de marzo que quieren un cambio en el rumbo político; ya es evidente el cansancio frente a aquellos proyectos guerreristas y favorables a las élites, sostenidos sobre el miedo a un enemigo interno y externo. El discurso en contra del castrochavismo parece no tener ya mucho efecto.
Hay unos escenarios de los que se ha hablado de forma recurrente porque uno de los candidatos con más posibilidades de ganar, Gustavo Petro, ha decidido no asistir: los debates. Su argumento es que estos encuentros de han convertido en un ring de ataques personales y no de propuestas. Los medios de comunicación tradicionales, más preocupados por el rating que por el futuro del país, organizan metodologías que llevan a los aspirantes a que se improperen y se descalifiquen entre ellos. Después, los insultos se convierten en titulares y en el chismorreo de la semana hasta el siguiente debate. ¿Y la nación? Poco importa. Existe otra razón para no dialogar sobre propuestas: la mayoría de los candidatos no se interesan por que las personas conozcan sus ideas pues en esencia son las mismas del uribismo, esas que las mayorías han repudiado en las urnas, como se pudo evidenciar en las pasadas elecciones al Congreso y las consultas presidenciales. Hay otros que, básicamente, carecen de profundidad a la hora de comprender el territorio colombiano. Los slogans, cargados de estereotipos y frases grandilocuentes, se llevan el protagonismo, se repiten hasta el cansancio y el aburrimiento llega rápidamente como ocurrió en el debate entre Federico Gutiérrez, Sergio Fajardo e Íngrid Betancourt hace dos semanas.
Es importante leer las esporádicas propuestas y los discursos con atención y detenimiento. Cada palabra utilizada y el orden en el que se expresan los argumentos, por muy superfluos que sean, dan pistas para descifrar si un determinado candidato quiere generar rupturas con las políticas de los últimos veinte años o quiere avanzar hacia un cambio en pro del bienestar social, la igualdad y la dignidad. Como dato adicional: fue sorpresiva la designación de Rodrigo Lara Sánchez como fórmula vicepresidencial de Gutiérrez. Ya los uribistas se están quitando sus máscaras.