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Calamidad pública en el huila

El gobernador, Carlos Julio González Villa, expidió esta semana un decreto por  medio del cual “se declara la situación de calamidad pública en el departamento del Huila”. Oportuna, apropiada y previsiva la disposición del mandatario y su equipo asesor. Para el efecto se tuvo en cuenta que el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales de Colombia –IDEAM- en su boletín de predicción climática y de alertas del mes de enero de 2016 comunica que de acuerdo a los pronósticos del Fenómeno del Niño está en su etapa de madurez, al tiempo que las condiciones indican que se prolongará por los próximos dos meses con altas temperaturas, reducción del caudal de los afluentes hídricos y la probabilidad de incendios en la cobertura vegetal. A tan alarmante anuncio del IDEAM se suma el hecho de que el Consejo Departamental para la Gestión del Riesgo de Desastres del Huila ha detectado 4.825 casos de dengue, 174 de dengue grave y 8 casos de mortalidad relacionados con este virus. El mapa es aún más crítico por los 1.008 casos del virus zika detectados en los municipios de Aipe, Baraya, Campoalegre, Garzón, Gigante, Neiva, Palermo y Rivera. Todo lo anterior llevó a las autoridades departamentales a expedir el acto administrativo motivo de este comentario. Este instrumento será el soporte jurídico para el Plan de Acción Específico que estará a cargo del Consejo Departamental para la Gestión del Riesgo de Desastres del Huila. El Plan establecerá las normas necesarias para la ocupación, adquisición, expropiación, demolición de inmuebles, igualmente la reubicación de asentamientos, la refinanciación de deudas o la aprobación de créditos para afectados. El Gobierno ha hecho lo suyo y ello está muy bien. La pregunta es cuál va a seguir siendo la conducta, el comportamiento y la responsabilidad con la que todos los habitantes del Huila vamos a contribuir para que dejemos de ser depredadores del medio ambiente y derrochadores del agua. Se impone una profunda reflexión para hacer uso racional del líquido vital, utilizarlo para lo estrictamente necesario y en lo posible reciclarlo para usos secundarios. El asunto no es que tengamos mayor o menor capacidad para pagarlo, es que se agota y es un producto no renovable. Hay que actuar con grandeza y generosidad frente a las futuras generaciones. Éste debe ser un propósito común, de todas y todos.