La Nación
Camino real de Buenos Aires 1 29 marzo, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Camino real de Buenos Aires

 

Albeiro Castro Yépez

 

El andar por el territorio huilense nos permitió entender en campo lo que tanto se predica en el aula, muchos de los caminos prehispánicos por efectos de los procesos de poblamiento y colonia se convirtieron en caminos reales, y posteriormente evolucionaron a caminos veredales y algunos a carreteras. Pero bien, por los caminos reales transitó tanto la correspondencia oficial como los representantes del Estado, comerciantes y viajeros; para el caso del Camino Real de Buenos Aires soportó las comunicaciones entre Bogotá y Quito; Camino que, en los albores de la actual centuria recorrimos un grupo de gestores culturales guiados por doña Silvia líder de los Vigías aplicados a la conservación de tan preciado tesoro histórico de los palermunos.

En esa época ya se advertía de la necesidad de hacerle un riguroso mantenimiento con el propósito de preservarlo y convertirlo en uno de los más significativos atractivos turísticos de Palermo, sin desconocer otros requerimientos como la señalética enfocada en la orientación al caminante y por supuesto, los mogadores con la sintetizada interpretación de su significado y valor. De todas las tareas derivadas de la visita se logró cumplir con la elaboración de la historia del Camino Real de Buenos Aires y la caracterización biótica del sendero, esto es, que hacen falta muchas acciones para lograr el propósito de convertirlo en un atractivo turístico.

Pero bueno, todo esfuerzo tiene su recompensa, al terminar la caminata visitamos la casa de doña Florinda una cocinera tradicional impecablemente vestida y luciendo un hermoso sombrero de pindo, nos deleitó con una sopa de cuchuco aderezada con pimienta, dicen los gastrónomos que por la entrada se percibe lo que será el plato fuerte; en efecto, así fue, nos llegó una generosa porción de carne de res asada al carbón acompañada de plátano verde y maduros igualmente asados en brasas, y una porción de yuca como cama para el ají criollo bien subido de tono; de bebida, sirvieron una sevillana por supuesto exquisita, bebida que se ha convertido en una de las razones para visitar el casco urbano de Palermo y una obligada ingesta al regreso de la peregrinación a la Gruta de Santa Rosalía; el infaltable postre también hizo presencia, una generosa porción de frutas meladas en panela, acompañadas de queso asado, una tradición de los vecinos de Chontaduro, el cierre corrió por cuenta de una caliente taza de café, desde luego, tanto Silvia como doña Florinda advirtieron, es café del cultivado en tierra palermuna. La tarde resultó entretenida escuchando rajaleñas, pero, sobre todo, reconociendo la calidad de la Cucamba Guagueña.

En suma, la caminata nos permitió conocer el estado del Camino Real, pero también disfrutar de las tradiciones culturales de los palermunos.