Javier Cabrera
Es lamentable la crisis de liderazgo en nuestro país. No es difícil añorar el pasado lleno de figuras regionales o nacionales, que gracias a su autoridad moral y académica cautivaban a los electores, movían masas y multitudes con discursos dignos de aplaudir; ese pasado que invitaba a escuchar los debates en el congreso de la república, llenos de sátiras, metáforas, con una narrativa ejemplar que surgía de la evidente inteligencia y preparación de los oradores.
Era una época en que los partidos políticos tenían credibilidad, el país hablaba de política. Incluso, y aunque suene increíble, para un ciudadano normal era un honor conocer o saludar a un líder de la época. El alcalde o gobernador eran personas reconocidas y admiradas. Aún a pesar de sus errores, inspiraban. El liderazgo no se basaba en la simple simpatía y carisma, era mas importante la formación y lucidez intelectual, que la plata y el mercado.
Un Álvaro Gómez Hurtado, Carlos Lleras Restrepo, por dar solo dos ejemplos de talla nacional, o un Héctor Polanía Sánchez en lo local, deben revolcarse en su tumba al ver el circo en que se ha convertido la política colombiana.
Salvo contados personajes, hoy ser político es sinónimo de todos lo contrario a lo que representaban esos ilustres colombianos, los partidos están desacreditados hasta la medula, es usual ver políticos solos en restaurantes o lugares públicos, tratando de buscar a quien les salude, a diferencia del pasado en que eran asediados con respeto, y rodeados por personas que simplemente querían conocerlos no en vano se les llamaba Ilustres.
En la actualidad nadie quiere ser candidato, pero cualquiera puede serlo, sin que su recorrido, hoja de vida y capacidad moral o intelectual tengan peso alguno, lanzan candidatos con el único objetivo de negociar con quien gane y pedir a cambio una tajada de poder.
El mejor ejemplo de lo dicho es lo que esta ocurriendo con el ‘otrora’ glorioso Partido Conservador, que, tras dos décadas sin candidatos propios a la Presidencia de la República, escogió a un senador sin posibilidad alguna, sin peso intelectual, solo para poner a figurar a alguien que pueda negociar con el próximo presidente de la republica. ¿Será que el presidente de dicho partido y su comitiva no se cansan de cometer errores que los desacreditan, al punto de que ahora cualquiera puede ser candidato a la presidencia?
Solo por vergüenza debieran recapacitar.