La Nación
Carmenza en el paraíso 1 24 abril, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Carmenza en el paraíso

 

Albeiro Castro Yépez

 

Peregrinar a Nátaga es una tradición que ha logrado conservarse por más de cuatrocientos años, la bella historia de la llegada de la Virgen, la desaparición del amado niño, la maternal y afanada búsqueda, así como, el regreso a su nicho, han animado el fervor popular a visitar la santísima virgen María en la advocación de Las Mercedes en su majestuosa casa nataguense. Los peregrinos son exigentes, unos caminan desde el sitio de Nolasco hasta el Santuario, aproximadamente diez kilómetros siempre en ascenso con muy pocos valles; otros, toman un camino más corto, inician desde el Mandarino un sendero de dos kilómetros acompañados del rezo del viacrucis y el rosario; y quienes requieren recorridos más suaves, inician en la gruta de Lourdes tan solo ochocientos metros llenos de fervor; por supuesto, también se puede llegar en vehículo hasta la zona perimetral del Santuario.

Una vez cumplida la promesa el regreso se torna emocionante para los amantes de la recreación en espacios de naturaleza, en el sitio conocido como el Paraíso inicia una caminata recreativa a la cascada, una pequeña fuente de agua cristalina donde se puede bañar disfrutando de los masajes a golpe de agua, una vez concluido el baño se continua por el sendero contemplando los cafetales y las hermosas heliconias del borde del camino. Los campesinos de la región cultivan con gran esmero la piña, mucha de ella se comercializa en fresco, y otra gran parte se transforma en dulces, mermeladas, siendo los turrones los más apetecidos, sin desconocer algunas iniciativas enfocadas en la producción de vinos de frutas y vinagres para aderezar ensaladas.

El regreso al Paraíso tiene otros encantos, pues, los lagos permiten la pesca deportiva con línea, esto es, caña, nylon y anzuelo, mojarra, carpa y sábalo mantienen expectante al pescador, el fruto de su entretención lo puede llevar a casa, bien entero o eviscerado. Desde luego, muchos le dan rienda suelta al apetito, prefiriendo consumirlo a la usanza local. Doña Carmenza y su esposo son maestros en el arte de preparar el sábalo, una vez eviscerado lo salpimentan adicionado ajo, cebolla, aromáticas, lo dejan reposar un rato, en el mientras tanto, se aplican en prender la brasa hasta lograr el punto de calor deseado, en este momento inicia la cocción, el emplatado se monta sobre cama de hoja de plátano, un elemento que además de belleza aporta sabor, acompañado de los tradicionales bastimentos, especialmente la yuca cocinada, la papa salada, patacones y el infaltable ají casero, en suma, un típico bocado que los comensales degustan con gran placer, por supuesto, la surumba fría aderezada con limón siempre hace presencia en la mesa, el menú cierra con dulce de piña y una estimulante taza de café nataguense.