Lo que está sucediendo en Catatumbo no es más que comprobarse qué tan serio es el juego del tahúr en La Habana. Desde 1995 luego de ver asesinar y desaparecer a cerca de 12.000 de sus habitantes, más de 100.000 campesinos desplazados por el paramilitarismo, quienes mendigaban en calles y semáforos de otras ciudades, tuvieron nostalgia de su terruño y dignamente, se organizaron y retornaron a su territorio en el 2008. Como debían reiniciar su vida, muchos se dedicaron a cultivar coca, pues la inversión social no se veía. El gobierno nacional entonces, en el llamado “Plan Colombia”, inició fumigaciones con el dañino glifosato que amenazaba con desplazarlos de nuevo, entonces la Asociación Campesina se ideo el “Refugio Humanitario”, pidieron protección al Estado y recibieron apoyo de organizaciones internacionales. Así estuvieron cerca de tres años.
Como querían viabilizar la vida apegados a la legalidad, vieron en la ley 160 de 1994, por fin, su tabla de salvación y solicitaron desde el 2010 una Zona de Reserva Campesina y el mismo gobierno nacional les adjudicó más de 2.000 millones de pesos para elaborar el plan de desarrollo, plan de manejo ambiental, socialización en audiencias públicas con comunidades e instituciones como Incoder, Minagricultura y las alcaldías de los 5 municipios que estarían incluidos.
Ya hace más de ocho meses los campesinos cumplieron con todos los requisitos. El Incoder les dijo que en tres meses proferiría la resolución de constitución y nada que sale. Que hay presiones de las fuerzas militares para que no salga, dicen algunos.
Los campesinos que no son tontos y han cumplido con todos los requisitos de ley, aprovechando que el tema adquiere relevancia política, al ser tratado en el proyecto bandera del gobierno nacional, la negociación del conflicto que se discute con las Farc en la Habana, se lanzan a la protesta para visibilizar el incumplimiento gubernamental y probablemente para tantear la coherencia entre lo acordado en el primer punto de la agenda entre gobierno y Farc.
¿Cuál es el verdadero juego político que tiene Santos, si el curtido jugador de póker responde atacando la protesta con saldo de cuatro campesinos muertos, ante el azuzamiento del conflicto por parte del uribismo que estaba expectante para medir su dureza, tildando a las ZRC de republiquetas independientes ? Santos ha querido darles gusto a unos y otros y Catatumbo se le ha convertido en la verdadera encrucijada. Este pulso en el que está metido y la manera como juegue, entre darles el reconocimiento legal o ubicarlas en la ilegalidad, va a demostrar la verdadera voluntad de paz del gobierno nacional y podría estar determinando el desarrollo de las negociaciones en La Habana.