Celmira Moore Ramos es el ejemplo palpable de que el amor lo supera todo. Aunque su vida no ha sido fácil y ha tenido que empezar de nuevo, varias veces, el apoyo de su familia la ha hecho inquebrantable.
Carolina Argüello Cruz
Precisamente hoy, se cumplen 19 años desde que Celmira Moore Ramos llegó a la ciudad de Neiva, debido al desplazamiento que sufrió en San Vicente del Caguán, de donde huyó por el conflicto armado. Aún recuerda cuando, en ese entonces, salió de su casa dejando todo lo que, con su esposo, había conseguido gracias al trabajo diario relacionado con las labores del campo. Así se ganaron la vida durante mucho tiempo.
Sin embargo, asegura, llegó a Neiva a vivir de ‘arrimada’ a la casa de su mamá. Toda la lucha y sufrimiento siempre lo padeció al lado de su esposo y sus hijos, con quienes hoy comparte a plenitud momentos de calidad que los ha fortalecido como familia.
“Llegamos a un ranchito donde mi mamá, sin nada. Primero habíamos mandado a todos los niños del pueblo, nos quedamos los adultos y nos volamos a la madrugada en la moto de mi esposo tratando de calcular que en el retén militar no hubiera nadie porque todos los que veníamos de ese lado del Caquetá éramos etiquetados como guerrilleros. Veníamos con Dios y con la voluntad de salir adelante”.
En Neiva, comenzaron de cero. Las actividades del campo a las que estaban acostumbrados nos las podían seguir realizando en la ciudad, así que mientras Celmira se rebuscaba la vida pelando y vendiendo pollos o algunas veces lavando y planchando ropa; su esposo aprendía un arte diferente al de cultivar.
“Pero llegamos a la Pastoral Social y esa fue la ventana más grande para ayudar a la población desplazada y de ahí nació nuestro liderazgo, nos enseñaron a creer en nosotros y a creer en Dios porque pensábamos que la bonanza nunca se nos iba a acabar. Gloria a Dios llevamos 28 años con mi esposo y hoy creo que el desplazamiento forzado desintegró muchas familias, muchas mujeres por no dejar a sus hijos aguantando hambre recurrieron a vender sus cuerpos, se fueron a la drogadicción, pero a nosotros el desplazamiento forzado nos fortaleció”.
Celmira, o más conocida como ‘Linda Moore’, ha trabajado incansablemente por las comunidades, su mayor lucha radica en la salud sexual y mental, y así ha logrado salvar a muchos niños y jóvenes de las comunas 6, 8 y 10 de Neiva. Es una deportista apasionada, una amante de la vida, una mujer que se ama a sí misma y con un proyecto de superación que la hace inigualable.
“Me di cuenta que sí podemos hacer patria sin tener que dejar de mirar a las personas por encima. Creamos la red de salud mental donde evitamos la violencia intrafamiliar, consumos de sustancias psicoactivas y el intento de suicidios; a la vez creamos la red de salud sexual para que las madres se hicieran amigas de sus hijas para evitar embarazos no deseados. Uno como líder se tiene que empoderar y aunque no es el salvador, sí busca cómo dar una solución”.
Esta labor hubo un tiempo que la compartió con la entrega de alimentos a familias vulnerables del sector de San Bernardo donde residía, sin embargo, esto le trajo problemas porque para ella no había preferencias.
“En ese momento fui víctima de desplazamiento intraurbano porque comencé a recibir amenazas constantemente, perseguían a mis hijos, nos tiraban papelitos debajo de la puerta con frases muy feas, por lo que nos tocó vender la casa que teníamos”.
Fue en el 2010, cuando tuvo que salir de la comuna 10 y luego de andar y andar se ubicó con su familia en el barrio Puertas del Sol de la comuna 6, pese a todo es consciente que con amor, fe y unión familiar se puede seguir adelante.
Sus amigas la conocen como ‘linda Moore’, su alegría contagia y sus actividades de liderazgo la motivaron a iniciar una carrera universitaria. Actualmente cursa el segundo semestre de Psicología, demostrando que las dificultades son trampolines para seguir luchando por la vida, la paz y la felicidad.