Oportuna la expedición del Decreto 504/2022 por el Gobierno Nacional que fija un arancel del 0% por 12 meses para 39 insumos agropecuarios con el propósito de disminuir las presiones inflacionarias, reducir precios de los agroinsumos como los costos de producción de los alimentos, que hoy tiene en jaque a los agricultores y al consumidor final.
Entre las subpartidas arancelarias se encuentran: preparaciones utilizadas para la alimentación de los animales, feldespato, nitrógeno, la Urea, el KCL, hidróxido de sodio, nitratos de magnesio, demás fosfatos de calcio, metanal, sales del ácido propiónico, ácido cítrico e insecticidas.
La exención de aranceles en mención lo faculta el artículo 23 de la Ley 2183/2022 de Insumos Agropecuarios, del cual fui ponente. Es en este punto en el que debemos estar vigilantes para que nadie se vaya a ‘comer’ ese menor valor, para que todos juguemos limpio (importador, comercializador, productor) y el efecto se refleje en los costos del producto, y contribuya a bajar el valor de la canasta familiar.
Lamentablemente aquí es corriente que todos o cualquier actor de la cadena de valor se quede con el beneficio, subiéndole al precio el monto de la exención, como ocurre con el día sin IVA, donde muchos comerciantes les suben previamente el 19% para el día de marras descontarlo y el consumidor final se queda ‘sin el santo y la limosna’.
En la normativa de agroinsumos también fortalecimos la competencia de inspección, vigilancia y control dándole a la Superintendencia de Industria y Comercio facultad para imponer drásticas sanciones hasta de 1.500 SMMLV a quienes especulen e infrinjan el sistema de precios. Hay desconfianza en la eficiencia y eficacia de los órganos de control y vigilancia, para que actúen en casos como estos y le pongan ‘tatequieto’ a quienes especulen con los precios.
Tenemos que aprovechar las bondades de la Ley de Insumos Agropecuarios, la cual nos echamos al hombro, con artículos de fondo como el 12 de mi autoría que permite al Gobierno invertir en empresas de economía mixta en las regiones para generar plantas de mezclas, agroinsumos y fertilizantes, para producir y lograr tener autonomía y no depender de China, Ucrania, Rusia ni de los fletes. El problema grave es que hoy todo lo importamos.
Con esta Ley lo que buscábamos era darle instrumentos reales al Gobierno para poder regular el mercado de los agroinsumos. Quiera Dios, no se malogren estos instrumentos y pueda el Estado intervenir oportunamente para atender esta crítica situación con la agricultura colombiana.
Ojalá la sociedad de agricultores de Colombia SAC, quien inexplicablemente se opuso a varios de estos instrumentos para regular el mercado de agroinsumos, hoy en un acto misional colabore para que la normativa aquí analizada tenga cabal cumplimiento.