La Nación
Cielo para rato 1 24 abril, 2024
COLUMNISTAS

Cielo para rato

José Joaquín Cuervo

El obispo decimonónico aun ajustándose sus tirantas y sin el mínimo asomo de dudas concluyó que había que “joder” a Cielo González Villa. Así lo había dictaminado junto  con el  Senador Liberal  quien le había traído la propuesta de ganarse todo su partido para su reelección. No había tragedia ni lío,  al fin y al cabo los dogmáticos y fundamentalistas no padecen de ningún dilema moral o de conciencia.

El creía desde su fundamentalismo que la historia de la salvación de Colombia había comenzado el día en el que él  había decidido reelegirse procurador, El Senador le había ofrecido los votos liberales para su segura reelección, hasta ese momento solo tenía seguros los votos de la U y de su partido conservador.

El pensamiento embelesado  del procurador  cuál inquisidor o cual cruzado concibió  que  La guerra religiosa se podía seguir librando en nombre de la cruzada por la fe y las buenas costumbres. Con su reelección se allanaban caminos para seguir en la lucha contra del pecado y la perversión,  contra los ateos, agnósticos, musulmanes, deístas, judíos,  progresistas, izquierdistas, gays, entre otros. Al final obtuvo 80 votos en el Senado, entre ellos, todos los del partido liberal.

Sería un acto arbitrario que conseguiría su eliminación política (la de Cielo) y la  reelección del procurador. Nada valieron los ruegos  de algunos que le habían advertido  que inhabilitarla no sería justicia sino venganza, Monseñor ya se había revelado  a través del oráculo y como todas sus decisiones,  esta también sería inapelable.

Era necesario que se acumularan tres fallos  sancionatorios en contra de Cielo, para sacarla de escenario de la Gobernación y a ello se comprometía a toda costa el procurador de Marras con el Senador aludido: Así se vulnerara el debido proceso, la presunción de inocencia, así se constituyera en una verdadera acción arbitraria y sólo de trasfondo político.

Ojalá en lugar de la ceremonia soñada del besamanos y el besa-anillo de Monseñor, se le obligue a pedir perdón de forma pública por todos los daños que hizo, por pasar por encima de todos con sus botas fundamentalistas. Ese es Alejandro Ordóñez Maldonado, la nefasta reencarnación  de Laureano Gómez, el hombre retardatario, el que prefirió hacer una cruzada de redención en la mentalidad liberal de la OEA que ser embajador ante el Vaticano, ante un papa que no es de su gusto, Francisco es mucho más liberal y él es más papista que el papa.

Ojalá que el senador Liberal entienda que las elecciones se ganan en las urnas y que a pesar de todo, Cielo sigue siendo un referente político para rato, que entienda el sentido de la frase de Corneille: “Los muertos que vos matáis gozan de buena salud”.