No existe en la historia colombiana otro ejemplo de una persona que haya tenido una constante influencia política durante setenta años. Es el caso de Alfonso López Michelsen. Sin embargo, su influencia pública fue tardía pues entró a la política electoral apenas a los 40 años. En cambio su influencia privada en la política fue anterior y profunda pues su padre, el Presidente López Pumarejo, lo puso en el epicentro de la toma de decisiones durante la República Liberal.
López Michelsen fue para López Pumarejo lo que Robert Kennedy fue para John Kennedy, su consejero más cercano y de confianza. Los colombianos estaban cansados de la ausencia de competencia política y del cerramiento de los espacios de participación que dejaron sin interpretación política a la nueva Colombia profesional, urbana y de clases medias.
El Partido Liberal estuvo 8 años en el poder y se desgastó creyéndose mayoría electoral automática que no necesitaba competir por el poder. Se olvidó de la nueva Colombia y pecó por no romper las prácticas clientelistas que germinaron durante el Frente Nacional. Vino la elección Presidencial de 1982 que fue un castigo al liberalismo.
Luis Carlos Galán propuso una interpretación para esa nueva Colombia desde el Nuevo Liberalismo y así nació el voto de opinión como fenómeno electoral urbano. No fueron pocos los que acusaron a Galán de haber dividido el liberalismo en el 82 causando la derrota del partido liberal. Hace poco encontré una entrevista que le hizo a mi padre el hoy Presidente de la República Juan Manuel Santos sobre aquel episodio. Santos le preguntó si no creía que de no haber sido disidente, López habría ganado la presidencial del 82. Galán le respondió que él lo único que había hecho era disminuirle la proporción de victoria a Belisario Betancur. Decía mi padre que de no haber participado en esa elección como candidato, Betancur habría ganado por medio millón de votos más.
Definitivamente López Michelsen ejerció como nadie una influencia política muy profunda en Colombia. La celebración de su centenario nos debe convocar a todos los liberales para tener muy presente la responsabilidad que tenemos de siempre interpretar la nueva Colombia en constante evolución. Ese es el camino que nos va a permitir reconciliar al liberalismo con el Partido Liberal y constituirnos no solamente como una mayoría política sino como mayoría electoral en las próximas elecciones.