Contrario a lo que se esperaba, el país comenzó a sintonizarse con el Pacto Nacional que propuso el presidente electo Gustavo Petro. Los gremios, los partidos y otros sectores dieron un sustancial viraje antes de lo esperado. El ex presidente Uribe, el duro contradictor, dio claras señales.
RICARDO AREIZA
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“El presidente Gustavo Petro va a unir al país. O por lo menos va a intentarlo de todas las formas. Y como es tan terco, a lo mejor lo consigue”, afirmó la escritora, Patricia Lara Salive quien asistió a un primer encuentro realizado el lunes pasado, en el hotel Marriot de Bogotá, un día después de las elecciones.
“De hecho, desde la antevíspera de su elección realizó la reunión que fue preámbulo del gran acuerdo nacional. A ella asistieron expresidentes de las cortes, del Consejo de Estado, un general, empresarios, artistas, deportistas, miembros de la comunidad LGBTI, políticos, sindicalistas, exministros, exalcaldes, parlamentarios, en fin, unas 50 personas de distintos sectores que se sentaron a manteles con él, bajo la moderación del excandidato Alejandro Gaviria, quien dijo que allí se reunían visiones distintas del país, pero que las unía el espíritu del gran acuerdo nacional y la convicción de que Colombia necesita un contrato social más incluyente”, relató la periodista de origen huilense. Ese día comenzó a diseñarse la nueva agenda.
La agenda
El martes pasado, Petro se reunió de nuevo con su bancada y con los sectores que lo respaldaron para comenzar a construir la agenda y hacer realidad el acuerdo nacional, que inspiró el nacimiento del Pacto Histórico y que la sociedad colombiana avaló con 11,28 millones de pesos la más alta votación de la contienda pero el resultado más alto que haya sacado la izquierda colombiana en toda la historia. El miércoles conformó su equipo de empalme y el jueves se realizó el primer encuentro con el presidente saliente Iván Duque.
Por la tarde el Consejo Nacional Electoral (CNE) les entregó las credenciales como Presidente y Vicepresidenta Con este documento Gustavo Petro y Francia Márquez podrán posesionarse el próximo 7 de agosto en la Casa de Nariño. En el evento estuvo también el registrador Alexander Vega.
El viernes el primer encuentro fue entre la actual vicepresidenta Martha Lucía Ramírez y su sucesora Francia Márquez. Ese día también se reunieron por primera vez las dos comisiones de empalme.
Claras señales
La primera señal de ese acuerdo nacional la dio el ex candidato Rodolfo Hernández, minutos después de haberse confirmado la elección. “Lo llamo para felicitarlo por el triunfo y ofrecerle mi apoyo para cumplir las promesas de cambio por la que Colombia votó”, le dijo telefónicamente. Luego leyó su declaración aceptando los resultados de la reñida competición electoral.
La segunda señal la dio el ex presidente Álvaro Uribe, con sorpresivo pragmatismo: “Para defender la democracia es menester acatarla. Gustavo Petro es el Presidente. Que nos guíe un sentimiento: Primero Colombia”. Ese trino esperanzador le tapó la boca a muchos de sus seguidores que aparecieron en las redes como enceguecidos pregoneros del caos.
“Es un claro voto a favor de un cambio político y de una sociedad más igualitaria y más inclusiva”, declaró el jefe de la diplomacia de la UE, Josep Borrell.
Petro recibió además el mejor espaldarazo internacional de Estados Unidos, Joe Biden. Primero fue el secretario de Estado Antony Blinken, dos horas de conocerse el resultado quien llamó a Petro y luego directamente el presidente Biden, quien reiteró su determinación de trabajar conjuntamente para fortalecer las relaciones bilaterales.
Biden tardó seis meses en sostener la primera conversación telefónica con el mandatario saliente, Iván Duque.
Afortunado viraje
A este ambiente se fueron sumando otros hechos inesperados pero igualmente esperanzadores. La voluntad de los gremios económicos de colaborar con el gobierno, cambiando radicalmente el discurso de miedo que pregonaron durante toda la campaña. La Andi, el Consejo Gremial, Camacol, Cotelco, Anato, Andesco, Fenalco y finalmente el sector de la Infraestructura reiteraron su intención de colaborar. “La suerte del Presidente y del Gobierno están íntimamente ligadas a la suerte del país y sus ciudadanos”, declaró Bruce Mac Master de la Andi.
“Este pragmático y afortunado viraje nos aleja del peligro de las hambrunas y desabastecimientos con que los empresarios de otras latitudes han boicoteado gobiernos de izquierda”, estimó el analista Fernando Valencia Rivera, docente Universidad de Antioquia.
Desde el primer discurso como presidente electo, Petro comenzó a tender puentes para asegurar la gobernabilidad.
Petro tenía claro, como lo dijo el presidente John F. Kennedy, que “se puede ganar con la mitad, pero no se puede gobernar con la mitad en contra”.
Primeros acuerdos
Los partidos políticos tradicionales, los grandes castigados en las urnas, a pesar de la férrea oposición, también comenzaron a reaccionar positivamente. El primero fue César Gaviria al anunciar que estaría en el gran acuerdo. Le siguió la Alianza Verde, más los otros sectores del Pacto Histórico, las negritudes, los indígenas, las curules de paz, y los Comunes, ya se garantizaría unas mayorías en el Congreso. A ese propósito se sumó el Partido de la U, y también algunos sectores conservadores que se apartaron radicalmente de la posición de su presidente Omar Yepes, quien se declaró en abierta oposición.
El primer acuerdo logrado entre la nueva coalición será la presidencia del Senado para Roy Barreras, jefe de debate de Petro. La elección la harán todos los senadores el 20 de julio cuando comienza la primera legislatura.
La gran sorpresa
La rápida respuesta del ex presidente Álvaro Uribe para aceptar un encuentro con Petro, su duro contradictor, abrió otra ventana para construir un gran acuerdo nacional con todas las fuerzas.
“Gustavo Petro es el Presidente. Que nos guíe un sentimiento: Primero Colombia”, exclamó el ex presidente Álvaro Uribe al reconocer el triunfo.
La reunión con Uribe, sin duda, servirá para hacer menos hostil ese camino, incluso si deciden ejercer la oposición, a la que no deben renunciar. Eso sí, ese acercamiento también servirá para hacer menos visceral y más constructiva esa oposición, y sobre todo, para apaciguar las huestes incendiarias que le apuestan al caos y al fracaso del país para justificar sus sectarias tesis.
Y de paso, para que los medios de comunicación tradicionales que le sirvieron de caja de resonancia, dejen de atizar las trincheras de la antipatía que siguen alimentando para que arda más y no se apague.
“En esta dinámica también deben producirse cambios adentro, en las organizaciones, movimientos y personas que integran el Pacto Histórico y la izquierda en general”, apuntó el jurista Valencia Rivera.
“No solo porque hemos pasado de ser oposición a ser gobierno, sino también porque nos enfrentamos a un momento en el que se ponen a prueba las teorías y prácticas que han alimentado la gestión de nuestros paradigmas”, subrayó en analista.
De eso se trata, de construir entre todos, un nuevo modelo de gobernabilidad y una nueva gobernanza.
En este esfuerzo hay que decirlo sin ambages el Pacto Histórico solo no puede. En este esfuerzo no deben existir exclusiones. La superación de las dificultades es una victoria que solo se conquista si todos somos capaces de izar una sola bandera.
Después de todo, como reza este mandato constitucional, “el Presidente de la República (Art. 188 CN) simboliza la unidad nacional y al jurar el cumplimiento de la Constitución y de las leyes se obliga a garantizar los derechos y libertades de todos los colombianos”.
Colofón
“Lo que está en juego en este momento es la vigencia y fortalecimiento de la democracia y esta no se reduce a los ritos de elegir al primer mandatario del país y al legislativo cada cuatro años, se trata de preservar el equilibrio de los poderes públicos y sobre todo de ejercer democráticamente el poder”, aseguró el ex ministro guajiro Amílkar Acosta, columnista de LA NACIÓN.
En su criterio, como lo afirmó el jurisconsulto austriaco Hans Kelsen, hay que distinguir muy bien entre la legitimidad de origen de la legitimidad del ejercicio del poder, la cual se refrenda cotidianamente con los actos de gobierno.
“Es claro, además, que el ejercicio democrático de la ciudadanía no termina con el voto”.