Los colombianos acudieron ayer a las urnas y eligieron en segunda vuelta al hombre que gobernará al país durante los próximos cuatro años. Lo hicieron de manera tranquila, sin mayores contratiempos. Y las mayorías han elegido al exalcalde de Bogotá, Gustavo Petro, un claro giro del país a la izquierda colombiana.
De acuerdo con el reporte de las autoridades, el desarrollo de los comicios se cumplió de manera normal, a excepción de algunas alteraciones del orden público en los departamentos del Cauca y Caquetá. Es de lamentar el caso del testigo electoral y del militar asesinados en el transcurso de la jornada.
La masiva afluencia de votantes demuestra lo sólida que es la democracia colombiana. En un país con restricciones y mordazas, muy difícilmente la gente puede salir a sufragar de la manera en que lo hicieron ayer los colombianos.
Como en toda jornada electoral hubo ‘lunares’, entre ellos uno censurable desde todo punto de vista: el abucheo del que fue ‘blanco’ el exgobernador de Antioquia y excandidato presidencial, Sergio Fajardo, quien previamente había informado que votaría en blanco. Irrespetar a alguien porque decidió votar en blanco es un hecho repudiable. Nadie se puede creer que tiene el derecho de agredir a otra persona porque no votó por el candidato de sus preferencias. Este tipo de conductas son las que, a lo largo de la campaña presidencial, desde esta tribuna, no aprobamos. Ciertamente, algunos candidatos ‘alimentaron’ equivocadamente esa pugnacidad entre sus seguidores. Hacia el futuro, los políticos en campaña están llamados a dejar a un lado estas dañinas y rastreras prácticas.
Frente a la elección de Gustavo Petro, quien como candidato habló en reiteradas oportunidades de un posible fraude y de desconocer los resultados electorales, el país espera que como jefe de Estado sea el primero en respetar la Constitución Política Colombiana, el orden y las instituciones.