La Nación
COLUMNISTAS OPINIÓN

¿Colombia federal?

Mario Andrés Huertas Ramos

 

Hace un par de entregas decíamos que la prueba de inmadurez política en Colombia es precisamente seguir hablando de la forma de Estado que debemos tener. Prueba de ello es que el presidente saliente del Congreso, Lidio García, ha decidido soltar otro globo en este sentido: ¡Colombia Federal!  Respecto de lo cual, plantearé algunas preocupaciones:

La primera es de orden histórico, pues, el siglo XIX estuvo marcado por el sino trágico de resolver el tema territorial por la vía de las armas. Desde la llamada Patria Boba hasta la guerra de 1885, el telón fondo de la mayoría de nuestras conflagraciones fue el ordenamiento territorial. ¿Debemos evocar esos fantasmas del pasado?

La segunda obviamente refiere a la geografía, ya que durante nuestra vida republicana política y geografía han ido por sendas diferentes. Aunque el molde federal ha sido una solución para administrar estratégicamente amplias y vastas geografías, nuestro federalismo ha pretendido separar, aislar, dividir, y promover el caudillismo terrateniente.  ¿Justifica nuestra geografía esta forma de Estado?

La tercera es de naturaleza política y legal ya que esta fórmula solo se haría realidad por vía de una reforma constitucional cuyo Acto Legislativo debe ser tramitado, según el artículo 375 de la Constitución, en ocho debates a lo largo de dos legislaturas consecutivas y concertar con los partidos políticos las mayorías correspondientes que garanticen la votación a su favor. ¿Es vital ocupar la agenda legislativa en momentos de crisis económica global?

La cuarta es lógicamente la actual emergencia económica que no puede desviar la atención del Estado. Un mundo pos-pandemia significa liderar una gestión económica a gran escala y para ello se requieren todos los esfuerzos nacionales que coadyuven a superar la crisis por la que ya estamos transitando. ¿Qué es más importante: federarnos o superar la crisis económica?

Y la última, y no menos importante, son las demandas internacionales que afronta el país ante la CIJ -legado de Juan Manuel Santos- en virtud de la pérdida del litigio en 2012 con Nicaragua. De hecho, el mismo ex mandatario incumplió el fallo alegando que para tales efectos debíamos reformar la Constitución, provocando de Managua una demanda que está actualmente en curso. ¿Al reformar la carta no debemos inmediatamente incorporar el fallo en nuestro ordenamiento jurídico reconociendo los nuevos límites con la hermana república centroamericana?

Planteadas estas preocupaciones, creo que no es el momento oportuno para soltar globos en esta materia, pues, resulta abiertamente contrario a nuestros intereses nacionales (limítrofes) y secundario frente a la crisis económica que debemos afrontar. “Colombianos: a las cosas”