Juan David Huertas Ramos
Colombia está petrificada y no es para menos. El país quedó “inmóvil de asombro o terror” por causa de los resultados de los comicios parlamentarios del pasado 13 de marzo. La izquierda radical, heredera de la guerrilla del M-19 y comandada por Petro, ha ganado desde aquella fecha hasta el día de hoy un número significativo de curules en el Congreso.
Cabe aclarar que no tenemos idea si la extrema izquierda seguirá ganando escaños a lo largo de la próxima semana o del mes de abril, habrá que preguntarle al Registrador Nacional Alexander Vega, el mismo que eligieron la Corte Suprema de Justicia, el Consejo de Estado y la Corte Constitucional en noviembre de 2019.
Lo que sí sabemos, en cambio, son las razones de la petrificación del país, las cuales han sido sintetizadas en cinco aspectos que merecen el escrutinio público.
Primero, los extraños resultados de los comicios en los que aparecieron de la noche a la mañana casi medio millón de votos para la lista al Congreso del Pacto Histórico son alarmantes. ¿Ocurrirá lo mismo en las elecciones presidenciales? ¿Esto tiene algo que ver con la reunión Petro-Indra?
Segundo, las propuestas económicas de Petro causan terror. Ya han sido muchas las referencias que este ha hecho sobre la expropiación a través del eufemismo de la “democratización”. Sin embargo, el asalto planeado a los ahorros de los colombianos de los fondos privados de pensiones fue una de las advertencias que más crispó los ánimos, naturalmente.
Tercero, “la política de la vida” que propone Petro está soportada en odio de clases y resentimiento, configurando así un ambiente social de violencia y amenaza constante por parte de encapuchados que prometen tomarse de nuevo las calles con sus métodos incendiarios, si Petro no gana la presidencia. Tengamos en cuenta que Gustavo Bolívar, el guionista de la petronovela que estamos viendo, asumió públicamente el financiamiento de la “1era línea” en 2021 y, recientemente, ordenó desde Twitter “desactivar cualquier tipo de protestas” dado que alcanzarían 20 escaños.
Cuarto, la evidencia del desastre económico y social de los países que han aplicado los modelos de extrema izquierda que representa Gustavo Petro son latentes. Estos regímenes prometen “pan para hoy” garantizando “hambre para mañana” con dosis generosas de represión.
Quinto, las circunstancias de Petro y su círculo cercano generan mucho temor. Su pasado guerrillero le deslegitima para presidir el Estado al que otrora atacó. Además, su círculo cercano incluye miembros “jubilados” de la guerrilla del M-19, exparlamentarios tan cuestionados como sus patrimonios personales, ineptos e ignorantes que escriben narconovelas que denigran la mujer colombiana, personajes con acusaciones gravísimas sobre tráfico de secuestrados, y politiqueros de baja estirpe, entre otros.
Por demás, su fórmula vicepresidencial, Francia Márquez, es la expresión sincera del totalitarismo que abraza el proyecto Petrochavista.
En conclusión, el país tiene razones de sobra que justifican el miedo, sin embargo, es importante que defendamos electoralmente nuestras libertades antes que hacerlo signifique una quimera democrática.