Colombia, con tan solo el 1% de la superficie terrestre, alberga cerca del 10% de la biodiversidad mundial, posicionándose como el país más rico en número de especies. Nuestra nación lidera en número de aves, mariposas y orquídeas (1.999, 3.840 y 3.179 especies, respectivamente), es el segundo en plantas (25.787), anfibios (849), peces de agua dulce (1.439), palmas (311) y reptiles (743), y es el sexto en mamíferos, con 520 especies. Este vasto patrimonio natural fue compartido por Gonzalo Andrade, director del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Colombia, durante la apertura del foro “Camino a la COP16”, enfocado en la diversidad biológica.
La mega diversidad de Colombia ofrece oportunidades para modelos económicos sostenibles, como la bioeconomía, que busca generar riqueza a través del uso responsable del capital natural. En América Latina, Brasil ha demostrado el potencial de este enfoque, siendo líder en la producción de biocombustibles a partir de residuos de caña de azúcar. Además, su industria de ingredientes naturales para fines cosméticos, como el açaí y la nuez de Brasil, colabora con comunidades amazónicas para garantizar la sostenibilidad y ética en sus procesos.
A nivel local, el departamento del Huila, aunque históricamente enfocado en la agricultura y ganadería, ha comenzado a apostar por modelos que priorizan la conservación. El Desierto de la Tatacoa, recientemente declarado Patrimonio Geológico del Mundo, y el Parque Nacional Natural Nevado del Huila, con su rica biodiversidad, son algunos de los destinos claves para el turismo de naturaleza, una industria que genera ingresos para las comunidades locales.
Por otro lado, los sistemas agrosilvopastoriles, que combinan cultivos, árboles y ganado, permiten a las familias diversificar sus ingresos mientras mejoran el suelo y la productividad de sus plantaciones mediante el reciclaje de nutrientes. Proyectos de energías renovables, como las granjas solares, también están ganando terreno en la región, demostrando que la sostenibilidad y el desarrollo económico pueden ir de la mano.
A largo plazo, la investigación y conservación de la biodiversidad no solo garantizan un futuro próspero, sino que también ofrecen soluciones innovadoras a problemáticas de salud pública, bienestar o cuidado ambiental. La naturaleza ha resuelto problemas de forma eficiente durante milenios, inspirando soluciones que van más allá de proveer recursos. Su conservación nos enseña a mirar el mundo desde una perspectiva donde no somos el centro, sino una parte interdependiente. Si destruimos la naturaleza, también destruimos nuestra mayor fuente de inspiración para resolver los desafíos del futuro, poniendo en peligro nuestra capacidad de construir un mundo más sostenible.